Alcasa cumple 54 años desmantelada y sin una celda reductora

Hasta los momentos no se ha presentado punto de cuenta ni autorizaciones de la superintendencia de bienes públicos por el desarme hecho en noviembre de 2020 | Foto @Alcasa_CVG

Correo del Caroní

La estatal estaba en cero desde marzo de 2019, cuando el apagón nacional paralizó la escasa producción de aluminio que se mantenía. Desde ese entonces fue dejada morir. 

José Rivas


Por primera vez desde su arranque, Aluminio del Caroní (Alcasa), la primera reductora del país, cumple 54 años sin una celda electrolítica en su planta. Esto desde que hace poco menos de un año, dirigentes oficialistas anunciaran el desarme de la línea III y IV, lo que quedaba del corazón de la empresa, bajo la promesa de instalar un laminador y una colada continua traída de Serlaca.

La inauguración de Alcasa en 1967 se dio de la mano del presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), Rafael Alfonzo Ravard, acompañado de directivos de Reynolds International. En ese entonces, la reductora representaba mayor empleo y desarrollo para una Ciudad Guayana que se perfilaba como la cuna industrial del país.

Lo que pudo ser 

Según reseña el libro Guayana: El milagro al revés, en los años 90, pese a estar al tope productivo, Alcasa generaba pérdidas y era necesario -de acuerdo con los informes y estudios- desarrollar una nueva línea de producción que llevaría a la empresa a números positivos.

En 2001, el gobierno del entonces presidente Hugo Chávez anunció la construcción de una V línea con una capacidad de 240 mil toneladas métricas al año, más de 400 mil en total. Pese a que se hicieron actos inaugurales y movimientos de tierra, el proyecto nunca se desarrolló.

Alcasa inició su producción tan solo con línea I y II, en ese momento significó una importante industria por su generación de empleo | Foto cortesia Evelio Lucero

Jesús Álvarez, un ingeniero que participó en el proyecto, expresó que la construcción de la nueva línea fue retardada por varios años pese a la motivación y el trabajo que habían realizado expertos tanto de Venalum como Alcasa por desarrollarla.

“Estamos claros que Alcasa venía dando pérdidas, cualquiera diría ¿para qué vamos a meter dinero allí? pero el problema era la administración. Por una mala administración no puedes paralizar el desarrollo del país y menos con el potencial de aluminio que tienes”, reflexiona Álvarez, sobre la entonces frustrada oportunidad de sacar a la empresa de los números rojos.

Recuerda que la ocupación del Ministerio de Industrias en 2008 y la designación de un profesor de educación física como presidente de Alcasa, paralizó los pedidos de insumos, los recursos y el proyecto para terminar la obra.

Con esta gestión se aceleró el abultamiento de nóminas en las compañías, se designaron a gerentes por sus posiciones pro-gobierno y la producción decayó al priorizarse lo político, antes que lo industrial con el Plan Guayana Socialista. “Hubo una anarquía y cuando se le dio el poder al control obrero ahí fue el principio del fin para estas empresas desde el punto de vista de rentabilidad”, expresó.

12 años de destrucción

El mal manejo y la corrupción en Alcasa no terminaría allí. En 2009, por la crisis energética, Hugo Chávez ordenó la desincorporación de la línea I y II de la estatal perdiéndose alrededor de 40 mil toneladas de capacidad instalada.

En 2010, Alcasa producía alrededor de 95 mil toneladas de las 170 mil toneladas de capacidad instalada con solo línea III y IV. En 2011, la producción cayó a 70 mil toneladas, apenas un 40% de su capacidad instalada.

La debacle no se revertiría, aunque entre 2011 y 2014 la empresa recibió inversiones que superaron los 400 millones de dólares, de los cuales 142 era para adecuaciones tecnológicas en las líneas de reducción III y IV a través del Fondo Chino. Para 2015 la compañía solo produjo 28 mil toneladas, un promedio de 17%.

Cuatro años más tarde, en 2019, las mínimas celdas que estaban operativas se liquidaron con el apagón nacional y más nunca fueron reactivadas. La estatal cerraría el 2020 en cero hasta su desarme en noviembre, sin reclamo ni protesta de trabajadores o el sindicato.

Las promesas

Desde que se inició el desmontaje de sus celdas el año pasado, Alcasa pasó a llamarse la “gran transformadora” de aluminio, un adjetivo que buscaba restar relevancia a la capacidad de reducción perdida luego del desmontaje de sus celdas.

Pero ¿qué es de la vida del laminador traído de Serlaca que se prometió instalar en los galpones de las líneas desmanteladas? No ha sido instalado. Un trabajador dentro de planta, que prefirió mantener su nombre bajo reserva, indicó que los galpones de línea III y IV siguen desolados tras casi un año de iniciarse el desarme. “Ahí lo que están son unos containers, pero yo no he visto laminador”. 

 

Estamos claros que Alcasa venía dando pérdidas, cualquiera diría ¿para qué vamos a meter dinero allí? pero el problema era la administración. Por una mala administración no puedes paralizar el desarrollo del país y menos con el potencial de aluminio que tienes”

ingeniero Jesús Álvarez

El lema de la “Alcasa transformadora” es algo que tampoco se cumple ya que, afirma que tanto el Clesim Cosim como el laminador Hugo Chávez inaugurado en 2020 están paralizados. “Todo está por el suelo (…) nada está produciendo”, añadió.

Los expertos y dirigentes sindicales señalan, por su parte, que nunca arrancará dicho laminador traído de Serlaca al estar averiado, con equipos extraviados y hasta quemados luego de más de nueve años de permanecer guardados en contenedores.

En 2019, las mínimas celdas operativas se liquidaron con el apagón nacional y más nunca fueron reactivadas

Trabajadores afuera

Alcasa hoy prácticamente inoperativa mantiene a sus trabajadores fuera de planta o laborando en planes de limpieza de la ciudad prooficialistas, sin beneficios, garantías de seguridad o contrato colectivo. Algunos obreros incluso, exponiendo sus vidas, trabajan en las minas al sur de Bolívar extrayendo oro de yacimientos ilegales donde operan bandas armadas.

“Da lástima… caminar Alcasa por dentro da ganas de llorar”, dijo el secretario del Sindicato de Trabajadores de Alcasa, Henry Arias. Señaló que la única forma de retornar a los trabajadores a planta, generar divisas y mantener a los empleos es, con ayuda de inversores privados, retomar el inconcluso proyecto de V Línea.

Asimismo sostuvo que debe salirse de la gerencia adepta al oficialismo que mantiene a los trabajadores fuera de planta y volverse a llamar a los expertos del aluminio que llevaron en otrora a Alcasa a ser una empresa pujante.

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