La Patilla
La decadencia del sistema eléctrico en el país deja su impacto negativo en la vida diaria de los orientales, paralizando las rutinas diarias de quienes viven en esta región del país.
Dexcy Guédez, Jefferson Civira y Víctor Federico González / Corresponsalía lapatilla.com
“Dicen que es Programa de Administración de Carga, con eso nos lo tienen metido. Son cortes eléctricos sin previo aviso que duran de 3 a 5 horas, porque se les olvida conectar el sistema será, nos dejan sin poder trabajar, nada podemos hacer”, dice Frank Díaz, habitante de Anzoátegui.
Y es que “cuando pasan dos días sin que nos corten la luz, tenemos miedo, porque lo que se viene es duro. Uno vive en zozobra, sin tener a quién reclamar. Es injusto que nuestro sistema eléctrico sea tan pobre”, relata María Velderrey, quien se frustra cada vez que hay un corte eléctrico, pues sus actividades como peluquera se suspenden dejando de percibir dinero.
Aunque se han planteado planes como las termoeléctricas dependientes de combustible, estas no están produciendo energía. Tampoco se instalaron los parques de energía eólica que habían sido planteados para esta región del país.
En ciudades como Lechería, el alcalde Manuel Ferreira suspendió mediante decreto el otorgamiento de permisos a establecimientos que no puedan generar su propia energía para evitar sobrecargas en la red de distribución que se encuentra colapsada.
La situación genera problemas de estrés, inseguridad, angustia y otros problemas derivados de la inestabilidad en el servicio eléctrico que paraliza la vida de los orientales.
Incertidumbre reina en la ciudadanía
Para el psicólogo Mario Salón, las deficiencias del servicio eléctrico generan inestabilidades en la cotidianidad de las personas. “Cada vez que hay un corte de luz, muchas personas que tienen una programación preestablecida, obviamente les toca replantear parte de esa programación y eso en muchos casos genera incertidumbre e inestabilidad emocional, ya que es probable que las personas tengan una premura o tengan algún tipo de actividad importante laboral o extralaboral, inclusive de descanso, y por el corte de luz, que no es programado, genera cierto malestar no solamente físico, sino también emocional por esa distorsión que se genera”, indicó.
Al ser consultado sobre estrategias a aplicar para afrontar el estrés y la ansiedad generada por estas situaciones, indicó que se debe “entender y aceptar que no depende de nosotros el que existan o que se generen estos cortes de luz”. Destacó la importancia de asimilar que no se tiene el control sobre la inestabilidad del servicio, pero consideró fundamental que se gestione la parte emocional.
Por otro lado, afirmó que los más afectados son las personas que están en una etapa laboral activa, entre los 25 y 50 años. “Los niños no se ven tan afectados emocionalmente porque tienen juguetes, videojuegos y pueden hacer cualquier otro tipo de actividades, mientras que las personas adultas mayores tampoco se ven tan afectadas, porque tienen otras actividades o responsabilidades que no están tan relacionadas directamente con la electricidad”, explicó Salón.
Recomendó a los venezolanos tener un plan B para afrontar los cortes eléctricos y continuar con otras actividades mientras duran los apagones, además de aprender a manejar las emociones.
Ni los hospitales se salvan en Monagas
Si bien los cortes de electricidad en la ciudad de Maturín, capital del estado Monagas, son un dolor de cabeza, en el resto de los 12 municipios la situación es aún peor. La interrupción del servicio del servicio de energía es mucho más frecuente en las zonas foráneas de la que no escapan los hospitales, ambulatorios y Centros de Diagnóstico Integral (CDI).
En el caso de Punta de Mata, municipio Ezequiel Zamora al oeste de la entidad, el Hospital Luis González Espinoza queda a oscuras, ya que la planta no se encuentra activa. El concejal por esa jurisdicción, Antonio Briceño, denunció que a diario ocurren apagones de al menos tres horas, aunque eso no afecta los servicios de rayos X y laboratorios, pues están paralizados desde hace algún tiempo.
Situación similar ocurre en el Hospital Dr. José Antonio Urrestarazu de Caripe, al norte del estado, que aunque tiene planta eléctrica, la falta de gasoil impide que pueda activarse cuando ocurren apagones que son mucho más constantes en esta población.
En ambos centros de salud no prestan servicio de nefrología, por lo que los enfermos renales son atendidos en alguno de los tres centros de diálisis en Maturín, donde el equipo de lapatilla.com pudo corroborar que cuentan con plantas de energía, y por fortuna al fallar la electricidad, no se interrumpe la atención a los pacientes.
En los CDI que en algún momento fueron bandera de propaganda política del chavismo, el panorama no es nada distinto, ya que al ocurrir un corte en el suministro eléctrico, todo queda oscuro y los pocos servicios que prestan dejan de funcionar. Solo se puede hacer la salvedad en la parte de fisiatría y rehabilitación que pueden seguir atendiendo, pero en medio un caluroso salón.
Estudios y productividad en jaque en Sucre
La suspensión del servicio eléctrico sin previa notificación de Corpoelec no solo afecta a Cumaná, capital del estado Sucre, sino que también los otros 14 municipios que conforman la región oriental padecen este problema.
En el caso del municipio Cajigal es a diario que aplican los cortes del servicio y pueden llegar a sufrir desde cuatro hasta cinco interrupciones en un día. “Es catastrófica la realidad de Cajigal, todo se lo abrogan al Plan Pico y Poda”, afirmó un ciudadano.
En la capital sucrense, los cumaneses reportan pérdidas significativas de electrodomésticos. Tal es el caso de Andrea Rojas, residente de la Villa Cristóbal Colón. “Hemos estados sin luz hasta cuatro horas. Me afecta en los estudios cuando estoy haciendo un trabajo y no logro terminar a tiempo. Se me ha dañado la nevera, un aire acondicionado y otro aire acondicionado de mi cuarto, el único que servía, y bueno es triste”, dijo.
La realidad de Bárbara Guevara, residente de Los Chaimas y dueña del negocio New York Cookies, no es diferente a la de Rojas. “Vivo en Los Chaimas y se va todos los días sin falta, absolutamente todos, como por dos o tres horas. Tengo un emprendimiento de galletas y mi horno es eléctrico, cada vez que se va la luz pierdo ventas, y le ruego a Dios siempre que un apagón no me joda el hornito, al igual que me jodieron el compresor del aire acondicionado”, aseveró.
Cabe destacar que es un escenario que se repite en las diferentes parroquias que conforman el municipio capitalino de la entidad.
Comercio y turismo se resienten en Margarita
Siendo el estado Nueva Esparta el puntal turístico por excelencia del país, la crisis eléctrica deja sentir sus efectos tanto en el área comercial como turística, ambas la base de la economía regional.
Juan Carlos Meleán, segundo vicepresidente de Fedecámaras Nueva Esparta, refirió que, por ejemplo, en el caso del turismo que fue exhortado para que invirtiera en plantas eléctricas de manera que pudiera garantizar el suministro energético en los hoteles y demás prestadores de servicios turísticos, el uso continuo de las plantas eléctricas, instaladas en principio para atender emergencias, acelera su deterioro, con lo cual empiezan a tener fallas.
“Así nos encontramos que de repente se va la luz, la planta no arrancó porque tiene una falla o ya pasó el rodaje”, explicó Meleán, quien es especialista en la materia.
En lo que respecta al comercio, indicó que si bien no tienes la posibilidad de tener esos sistemas de respaldo, en caso de apagón o fallas de esa índole, el comercio prácticamente se paraliza y tiene que cerrar sus puertas.
“Si no están en el Sambil o en Parque Costazul que tienen plantas eléctricas, deben bajar la Santamaría, porque no tienen un sistema de respaldo. Entonces la actividad queda prácticamente anulada”, subrayó el integrante de la cúpula empresarial regional.
https://www.lapatilla.com/2024/04/14/artefactos-danados-y-plantas-electricas-deteriorandose/