EL UNIVERSAL
La indisponibilidad del 60% del parque termoeléctrico, el aumento de la demanda y el descenso del nivel del Guri a mínimos históricos son factores que han provocado la crisis del sector.
Por Alejandra M. Hernández F.
El tema del racionamiento eléctrico no es nuevo para los venezolanos. Durante los últimos tres lustros se han presentado algunas crisis, como la del 2009-2010, que han obligado a los ciudadanos a adaptar su forma de vida a los cortes de energía. No obstante, lo que sí es novedoso es la gravedad de la situación actual, la cual -según varios expertos- se profundizará en los próximos dos meses si no se adoptan las medidas necesarias de forma inmediata.
Según el ministro de Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec, M/G Luis Alfredo Motta Domínguez, la crisis actual es un problema de carácter «coyuntural» producto de la sequía originada por el fenómeno climático El Niño, el cual ha hecho descender el nivel del agua de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, mejor conocida como embalse de Guri, hasta los mínimos históricos.
Es importante recordar que el Guri (10.000 MW), ubicado en el estado Bolívar, es el embalse más grande de Venezuela y junto con las otras centrales del Bajo Caroní, Caruachi (2.200 MW) y Macagua (2.200 MW) generan electricidad para un poco más del 60% del país.
A diferencia del ministro, varios especialistas consultados consideran que la crisis es de tipo «estructural» y responde a múltiples factores que se han producido a lo largo de los últimos 17 años y han deteriorado considerablemente el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) afectando la calidad de vida de los ciudadanos.
De acuerdo a un diagnóstico del sector eléctrico presentado a la Asamblea Nacional el pasado 5 de febrero por miembros del equipo de ingenieros del Grupo Ricardo Zuloaga, durante los años de revolución se originó una crisis que ha evolucionado a tal punto que el sector eléctrico pasó de ofrecer un servicio continuo en 1999 a brindar un servicio con frecuentes interrupciones en 2007, para finalmente operar en 2016 como un sistema de racionamiento continuado.
Crisis multifactorial
Para el ingeniero hidráulico Jesús Gómez Medina, miembro de la Comisión de Energía de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat, la emergencia eléctrica actual es «el producto de 17 años de políticas erradas, desconocimiento del SEN, falta de profesionalismo y desidia».
Gómez recuerda que los sistemas de planificación en materia eléctrica comenzaron a mediados de los años 40 y afirma que durante cuatro décadas se establecieron planes congruentes de expansión del SEN, hasta lograr una cobertura superior al 90% del país con una confiabilidad excelente. «Estos proyectos se abandonaron y nunca más se establecieron planes de construcción de plantas de generación y expansión del sistema de transmisión que fueran en paralelo con el crecimiento de la demanda», denuncia el también consultor en materia hidroeléctrica.
Similar opinión comparte el ingeniero electricista Miguel Lara Guarenas, ex gerente general de la Oficina de Operación de Sistemas Interconectados (Opsis), para quien la situación actual es consecuencia directa del «modelo de gestión aplicado al sector», que privilegia la improvisación, y de una serie de decisiones gubernamentales, entre las que señala enfáticamente la sustitución y desplazamiento de los profesionales de la industria eléctrica por personal sin conocimiento ni experiencia; la falta de mantenimiento adecuado; la paralización, postergación o retraso en la culminación de varios proyectos de expansión eléctrica.
Un ejemplo de lo anterior es el caso de la Central hidroeléctrica Manuel Piar (Tocoma), en el Bajo Caroní, que es la única planta nueva que se ha construido, pero con un retraso de 5 años, según señala Gómez. Esta planta aportará 2.000 megavatios (MW) de energía. Actualmente se encuentra en fase de llenado.
Otro caso es el de la represa Las Cuevas sobre el río Doradas, en el estado Táchira, componente del llamado Segundo Desarrollo del sistema Uribante-Caparo. Gómez señala que este desarrollo estuvo planificado desde mediados de los años 80, sin embargo su construcción ha sido pospuesta en varias ocasiones.
Por otro lado, el ingeniero Lara Guarenas, quien además es integrante del Grupo Ricardo Zuloaga, apunta a la lista de decisiones erradas del Ejecutivo nacional la falta de rehabilitación de las plantas termoeléctricas del país; el congelamiento de las tarifas, la burocratización y cubanización del sector, la partidización de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) y la opacidad de la información.
¿Y de quién es la culpa?
Ambos expertos niegan que el culpable de la crisis sea El Niño. Argumentan que los embalses se construyen y diseñan precisamente para almacenar el agua durante las estaciones lluviosa, con el fin de que esté disponible durante las épocas de caudales bajos para cubrir la sequía.
De igual forma destacan que la aparición de este fenómeno climático es advertida y anunciada con anticipación por diferentes agencias meteorológicas internacionales para que las naciones tomen las medidas preventivas necesarias para manejar sus probables impactos negativos. Una de esas medidas «es aumentar la generación térmica en servicio y bajar la hidráulica dentro de un programa de administración del agua almacenada en los embalses de las centrales hidroeléctricas», señala el documento trabajado por el Grupo Ricardo Zuloaga.
El meollo de la escasez
Actualmente el 67% de la energía que se produce en el país es de origen hidroeléctrico; sin embargo, esa cifra solo representa el 45% del Sistema Eléctrico Nacional, mientras que un 55% proviene de la generación termoeléctrica, según datos manejados por el ingeniero Jesús Gómez. Estos porcentajes reflejan que la capacidad térmica instalada es superior a la capacidad hidroeléctrica; aún así, Venezuela sigue dependiendo del Guri, asegura Lara-Guarenas.
Del 2009 al 2015 el gobierno revolucionario destinó elevadas sumas de dinero en la generación de un parque térmico equivalente al potencial del Guri, es decir, elevó la capacidad del SEN en casi 10.000 MW. Pero de ese porcentaje solo 40% está disponible porque la mayoría de las plantas están paralizadas por falta de mantenimiento. Tal es el caso de la termoeléctrica Planta Centro, ubicada en Morón, estado Carabobo. Esta planta es la más grande del país y tiene una capacidad instalada de 2.000 MW, pero desde el 17 diciembre no genera ni un solo vatio, según denunció Lara. Adicionalmente las termoeléctricas que están funcionales están operando por debajo de su capacidad instalada.
Con la incorporación de estos nuevos megavatios, la capacidad instalada del SEN durante los años de revolución aumentó en aproximadamente 75% al pasar de 19.696 MW en 1998 a 34.400 MW en 2015, según cálculos del ingeniero Lara. Pese a esta oferta, que casi duplica la demanda de consumo eléctrico en el país (18.300 MW), solo están disponibles 17.220 MW, es decir, que presenta un déficit de 1.080 MW.
Así pues, al aumento de la demanda y la indisponibilidad del 60% de la capacidad instalada de las termoeléctricas se suma otro factor: el embalse de Guri registra los niveles más bajos de su historia para inicios de cualquier época seca, la cual se intensificará -según los expertos- en los próximos dos meses.
Gómez explica que en parte el nivel Guri ha disminuido porque las centrales hidroeléctricas del Bajo Caroní han tenido que estar trabajando por encima de los márgenes de operación segura para garantizar su funcionamiento de largo plazo.
«Si el caudal seguro a operar es del orden de 4.500 metros cúbicos por segundo (m3/seg), eso significa que se ha estado turbinando un caudal muy por encima de ese nivel, lo que sumado a la reducción de los aportes del río Caroní ha traído una disminución de los niveles del Guri a una situación que yo he llamado de ‘no retorno’, donde el colapso del SEN es prácticamente irreversible», opina Gómez.
Según datos extraídos de la página web de Corpoelec, el 18 de febrero de 2016, el nivel de agua del Guri se ubicaba en 250,52 metros sobre el nivel del mar (msnm), lo que implica que el embalse ya entró a operar en lo que algunos ingenieros llaman «zona de colapso o zona crítica», que corresponde a una cota inferior a los 252 msnm, explicó el ingeniero hidráulico.
La situación es preocupante porque el límite mínimo en el que puede operar el embalse es de 240 msnm, cota en la cual las turbinas dejan de funcionar. Sin embargo, a partir de la cota 244 msnm, las máquinas corren el riego de resultar dañadas, ya que -según los expertos- comienzan a producirse pequeños vórtices en los ductos que permiten la entrada de aire a las turbinas.
El ingeniero hidráulico aclara que el ritmo de salida de operación de las plantas hidroeléctricas no es instantáneo sino que paulatinamente se va perdiendo la operatividad de las turbinas en la medida que desciende el nivel.
El pronóstico de los especialistas no es nada alentador. Las estimaciones realizadas por profesionales vinculados al Colegio de Ingenieros de Venezuela apuntan a que el 18 de mayo de 2016 la cota del Guri se ubicará a 239,90 msnm. El 18 de mayo de 2015 la cota estaba en 249,56.
Ante este panorama surge la interrogante de en cuántos días podría paralizarse el Guri.
De acuerdo a una curva calculada por Edelca en 2008 para determinar los días remanentes de generación del Guri al 100% de la demanda (sin racionamientos) , al embalse le quedarían aproximadamente 50 días de funcionamiento contados a partir de 18 de febrero, fecha en que la cota se ubicó en 250 msnm, es decir, que en condiciones normales, sin ahorro de ningún tipo, el Guri tendría agua para operar hasta la primera semana de abril; no obstante, no es sino hasta mediados de mayo que se prevé que comiencen las lluvias.
Aunque el estudio de Edelca fue realizado hace ocho años, el ingeniero Jesús Gómez señala que la curva sirve como referencia porque establece una escala según el nivel del agua.
Es por lo antes expuesto que las autoridades competentes tendrán que recurrir a un plan de racionamiento de mayor intensidad al aplicado a finales de 2009 para poder mantener el servicio hasta el mes de mayo. De allí que se hayan adoptado medidas como el racionamiento de energía a centros comerciales, hoteles y restaurantes en todo el país durante las hora pico. Sin embargo, tanto Lara como Gómez opinan que el ahorro energético de esta medida es prácticamente «irrisorio», pues solo representa un porcentaje muy pequeño de la potencia máxima durante estos horarios.
Diagnóstico negativo
Es por toda la complejidad de lo antes expuesto que el Grupo Ricardo Zuloaga no duda en afirmar que el Sistema Eléctrico Nacional presenta una condición de «insuficiencia en la capacidad de generación operativa, de mayor gravedad que cualquiera de los años precedentes».
El equipo de ingenieros asegura que a los problemas del sector eléctrico se le suman los del área de hidrocarburos. En tal sentido, explican que el sector eléctrico necesita del suministro de combustibles como gas, diésel y fuel oil para poder suplir el consumo de electricidad y, a su vez, el sector petrolero necesita de electricidad para llevar a cabo parte de sus operaciones.
Es por ello que el informe presentado a la Asamblea Nacional contempla un conjunto de recomendaciones para paliar la crisis a corto plazo, entre ellas, incrementar la disponibilidad del parque de generación térmico del 40% al 60% para así minimizar el racionamiento de electricidad.
A largo plazo, lo que recomiendan los ingenieros es un cambio absoluto del modelo de gestión que se viene aplicando al sector.
Twitter: @alejandramhf
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