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Maduro anunciará hoy los planes, adelantó que la meta de ahorro serán 1.400 MW. Expertos creen que el Gobierno carece de rumbo, mientras otros dan beneficio de la duda.
Las medidas anunciadas por el Ejecutivo nacional para resolver la crisis del sector eléctrico son simples «paños de agua tibia» que en nada solucionan los problemas estructurales reales que padece el sector, dijeron a este diario especialistas del área.
Sostienen que decretar emergencia y militarizar el sector no son acciones novedosas ni efectivas para lograr la estabilización del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Verbigracia, en el año 2010, en plena crisis eléctrica, siendo ministro de Energía Eléctrica, Alí Rodríguez Araque, se decretó estado de emergencia en febrero de ese año por 60 días y se prorrogó por 60 días más. Sin embargo, no se lograron soluciones efectivas al problema. De hecho, hoy, luego de tres años, la emergencia es nuevamente protagonista en el área.
El analista y ex gerente de la extinta Electricidad de Caracas, Iñaki Rousse, recuerda además que «desde hace 40 años, todas las instalaciones del Estado han estado militarizadas y bajo la supervisión de las Fuerzas Armadas, en especial las plantas importantes. Inclusive cuando había eventos especiales se redoblaba la vigilancia. La Guardia Nacional tenía acceso a las instalaciones críticas».
Por otra parte, el también ex funcionario del sector eléctrico, César Quintini, sostiene que el deterioro del sector es consecuencia de los planes inconclusos diseñados en gobiernos anteriores y que no puede ser solventado de la noche a la mañana y menos con los anuncios hechos por el recién nombrado ministro.
Sostiene que para lo que realmente sirve el decreto de emergencia es para que Corpoelec pueda adjudicar a dedo y de manera directa las empresas contratistas de bienes que suplirán los insumos requeridos y para proyectar una buena impresión del nuevo ministro, Jesse Chacón.
«En 90 días es imposible resolver una mala planificación y ejecución de 14 años. Hay demora de años en muchos proyectos y plantas que debieron estar listas desde hace años», comentó.
El ex director de la antigua Oficina de Operaciones de Sistemas Interconectados (Opsis), Miguel Lara, es de la opinión que las «medidas» asumidas no son más que la muestra de que el Gobierno no está nada claro en qué hacer, toda vez que no se entrega un plan estructurado en el corto plazo de 90 días que aclare lo que concretamente se articulará para alcanzar resultados inmediatos.
La adquisición de insumos como transformadores, opina Lara, no puede resolverse tras la supresión de las importaciones, pues los fabricantes locales no están en la capacidad de cubrir las necesidades totales del mercado venezolano.
Este experimento, dice Rousse, ya se hizo en los años 90 y no logró éxito en el país, pues el mercado venezolano es pequeño para mantener empresas de este rubro.
Vuelve Lara y comenta que los siete vértices no son más que lugares comunes que no muestran acciones extraordinarias que vayan a impulsar un cambio en la estructura del sector. Por ejemplo, recuerda que la agilización de las compras de insumos para el área también se realizó en la emergencia pasada de 2010 y solo sirvió para la corrupción.
Otra visión
El especialista en materia eléctrica David Paravisini ve con buenos ojos los anuncios del novel ministro de Energía Eléctrica. Sostiene que la expectativa es positiva, en tanto que se reflejan acciones al corto, mediano y largo plazo.
Paravisini considera que uno de los grandes problemas del sector es que está diluido. Señala que los proyectos eléctricos de Pdvsa están aislados y no forman parte de los que lleva a cabo Corpoelec.
Para él esta es una de las aristas que debe resolverse para fusionar esfuerzos.
El analista justifica la militarización del sector debido al incremento sorpresivo de cortes y fallas, que atribuye a sabotajes. Sin embargo, también reconoce las debilidades del sector.