EL UNIVERSAL
Urge replantear y reflotar ese polo de desarrollo al sur del país.
Entre los más arduos desafíos que tiene el equipo de Gobierno, que resulte favorecido por el apoyo popular el 7-O, destaca el replanteamiento y reflotamiento de las empresas básicas de Guayana.
El gobierno de Hugo Chávez inició su gestión, con el propósito de convertir a ese polo de desarrollo industrial en una alternativa válida al petróleo. En la actualidad estas empresas, dedicadas a explotar, procesar y comercializar los importantes yacimientos de bauxita, hierro y minerales diversos, arrojan en su mayoría saldos negativos en los balances financieros, flujos de caja contraidos y alta dependencia del gobierno central para cubrir pago de las convenciones colectivas.
La actual Administración ha ensayado varias propuestas para la conducción de ese emporio industrial. En una primera fase, se dio continuidad al esquema que prevalecía en gobiernos anteriores y en una segunda etapa se intentó remover las bases estructurales y laborales de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) al apuntalar a las cooperativas y la constitución de empresas de producción social que darían valor agregado a la materia primera. A partir de 2007 el Gobierno asumió el control de Sidor, y anunció la estatización de las briqueteras; a la par, se adelantó el protagonismo obrero en las distintas factorías.
Durante la crisis eléctrica (fines de 2009 y 2010) el Gobierno decidió apagar al menos el 50% de los altos hornos y las celdas, a los fines de privilegiar y garantizar el servicio de energía a Caracas . Desde entonces las empresas no han podido levantar su producción y ventas.
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