TAL CUAL
En Guayana ya no se transforma el aluminio. No solo Alcasa y Venalum colapsan: la crisis arrastró y paralizó la industria privada transformadora. De 1.500 celdas de reducción entre ambas, quedan activas unas 280. Pianmeca tienen sus puertas cerradas y Westalca produce a un escaso 8% de su capacidad.
Sural, empresa nacional transformadora de aluminio con cerca de 350 empleados, está totalmente paralizada desde hace cuatro meses y parcialmente parada en todo el año 2012.
La suerte de esta empresa, con más de 30 años de existencia en Guayana no es exclusiva. Todo el resto de la industria privada que le da valor agregado al aluminio está en situación parecida.
Pianmeca tiene sus puertas cerradas y Westalca produce a un escaso 8% de su capacidad instalada aunque ya no tiene contratos para los próximos meses y sus inventarios de aluminio son prácticamente cero.Entre las tres empresas emplean 700 trabajadores en forma directa.
Así, la profunda crisis de las estatales Venalum y Alcasa, arruinadas por las políticas gubernamentales de los últimos 6 años, terminó por arrastrar también a las empresas privadas.
El último reducto de valor agregado nacional del aluminio casi no existe. La «revolución» parece completar así el ciclo de desindustrialización, agravando la dependencia del rentismo petrolero y la pérdida de soberanía nacional.
Así como ya se está importando aluminio, para el año próximo el país estará importando también sus productos derivados como el alambrón, los cables y guayas, los conductores eléctricos, rines para carros, piezas de la industrias automotriz, perfiles para la construcción y muchos mas.
Nunca, en los últimos 60 años, retrocedimos tanto en soberanía e independencia nacional productiva. De las 630 mil toneladas anuales de aluminio primario, que fabricaban Alcasa y Venalum, hoy apenas se producen unas 170 mil.
Sural con capacidad para procesar y transformar unas 8 a 10 mil toneladas mensuales de aluminio en cables para conductores eléctricos, guayas y alambrón tenía la promesa de Venalum de suministrarles al menos 5 mil mensuales, la mitad, con lo cual la empresa podía sobrevivir, pero en los hechos, el promedio de aluminio que les vendió a lo largo del año era 1.400 toneladas/mes. Ahora es cero.
Esa crisis de producción tan profunda y prolongada impactó también sobre la relación laboral llegando en algunos momentos a que Sural cerrara sus puertas y enviara a los trabajadores a sus casas con pago de salario básico.
Ese conflicto, presente desde 2009, llevó a la directiva del sindicato, con influencia chavista, a decretar paros y conflictos, así como a pedir la estatización.
Muchos trabajadores, mirando los pésimos resultados de Sidor, las briqueteras y las plantas de refractarios han manifestado su desconfianza de pasar a ser una estatal.
No obstante, la semana pasada la Inspectoría del Trabajo nacional y la de El Tigre, en la que Min Trabajo ordenó radicar el reclamo debido a las tensiones, declararon improcedentes los reclamos sindicales.
CURIOSO E INEXPLICABLE
Alcasa y Venalum han sido sometidas, como sabemos, a un implacable proceso destructivo. De 1.500 celdas de reducción entre ambas, quedan activas unas 280.
Alcasa viene importando aluminio desde 2010 a un ritmo extraoficialmente calculado en 70 mil toneladas anuales, comprándolo a «traders» especuladores del mercado «spot» con un «plus» de sobreprecio de unos 300 dólares la tonelada.
A su vez revende a las industrias nacionales transformadoras con otro sobre precio de hasta 500 dólares la tonelada, para obtener las ganancias que les permitan cubrir la nómina.
Así la industria privada venezolana transformadora compra el aluminio a unos 3 mil dólares la tonelada cuando su precio en el mercado internacional está entre 2 mil y 2.200.