DIARIO PANORAMA
Siria Hernández nunca pensó que el viento que la obligaba a recogerse su larga cabellera le daría la electricidad necesaria para iluminar su humilde choza de palma asentada a orillas de la playa Caimare Chico, donde se erige uno de los proyectos eléctricos más importantes de Venezuela: El Parque Eólico la Guajira.
La mujer, de 83 años, vive en el sector Zulia Mar, corazón de la Guajira, junto con sus cinco hijos y un rebaño de ovejas, vacas y gallinas. Desde su hogar observa cómo trasladan cada una de las piezas que dará energía a las poblaciones de la subregión Guajira.
“Nunca pensé que en mi tierra se sembrarían esos aparatos tan potentes, como en los tiempos de Don Quijote de la Mancha. Tengo más de 50 años viviendo en la Guajira y primera vez que veo una obra de semejante envergadura”, manifiesta la mujer mientras observa a lo lejos cómo se construye la planta.
Con un 64% de avance, la gigantesca estructura se encuentra a siete kilómetros de la playa Caimare Chico y representa el proyecto bandera que, desde febrero pasado, ejecuta la Subcomisionaduría de Fuentes Alternas de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), en convenio con la empresa argentina Impsa.
El parque tiene como meta primordial aportar en su primera fase 75,2 megavatios (Mw) a las comunidades indígenas asentadas en los municipios Mara, Almirante Padilla y Guajira.
Aunque Siria siente desconfianza por ‘los aparatos’ que se siembran a unos 500 metros de su casa, está consciente del beneficio que ella y más de 10 mil personas más tendrán cuando las aspas comienzan a girar con la fuerza de los vientos alisios que alcanzan una velocidad promedio de 10 metros por segundo y que a través de aerogeneradores serán transformados en energía.
Gracias al sudor y el esfuerzo de más de 70 obreros e ingenieros, entre ellas 40 trabajadores de la etnia wayuu, en cuatro años el parque aportará al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) dos mil megavatios y según proyecciones de la Subcomisionaduría de Fuentes Alternas, para 2018 podrá generar 10 mil Mw.
Nueve consejos comunales hacen parte de la materialización de este sueño. Enrique Fernández es uno de los trabajadores que vive en la comunidad y hombro a hombro levanta la infraestructura.
“Todos los días, de 7:00 am a 5:00 pm trabajamos en la construcción de los pilotes, las bases y estructuras de la planta. Me siento muy honrado de colaborar con mi pueblo”, manifestó el hombre de 40 años.
Para Francisco Quintero, jefe de la Subcomisionaduría, se trata del Guri eólico de Venezuela, puesto que el embalse genera 15 mil megavatios, mientras que en energía eólica serán — a largo plazo— 10 mil megavatios, según las proyecciones.
Luis Díaz, coordinador del área centro-occidental de la Subcomisionaduría, sostiene que la inversión inicial es de 65 millones de dólares en esta primera fase del parque, la cual cumple con la Legislación Ambiental venezolana y Normas Internacionales de Protección Ambiental.
Desde el Puerto de Maracaibo vieron llegar —el pasado 24 de febrero— las primeras 12 aspas o palas del parque. Ese día una comisión del Ministerio de Energía Eléctrica autorizó el traslado de la maquinaria hacia el municipio Guajira, donde son ensambladas con los anillos que ya se encuentran en la zona.
El parque eólico permitirá ahorrar 54 millones de litros de diesel al año que se consumen en la región para la generación de electricidad. Otras de las bondades que traerá la planta es la generación de 100 empleos directos y 250 indirectos.
Siria, indirectamente, es una de las más favorecidas, puesto que se encuentra dentro del espacio donde se ejecutarán, además cuatro Núcleos de Desarrollo Endógenos (Nude) que incluye la construcción de escuelas, viviendas y pequeñas empresas para la agricultura y turismo.
El proyecto comprende tres fases. La primera ya en proceso, que son obras civiles, habilitación de vialidad y demarcación del área. En agosto próximo se estarán instalando los primeros aerogeneradores traídos de Argentina, a través de la transferencia tecnológica entre ese país y Venezuela. Cada uno con una potencia de 2,1 megavatios. No utilizan combustible, por lo que no causan ningún tipo de daño ecológico.
Mientras el silbido de la brisa arrulla a quienes trabajan y habitan en la Guajira, bloque a bloque y turbina tras turbina se levanta el majestuoso Guri de viento que transformará el soplo en electricidad.