CORREO DEL CARONÍ
PÚBLICO & CONFIDENCIAL/Damián Prat C.
No es ningún secreto que las “autocríticas” del candidato a ex presidente son un recurso para evadir sus propias responsabilidades. De vez en cuando lanza un balde de críticas a ministros, funcionarios o gobernadores dentro de la estrategia de culpar a terceros “porque lo único que importa es Chávez”, como dice él mismo en el colmo de la egolatría.
Con harta frecuencia, los problemas como la criminalidad, el desempleo, la quiebra de las empresas estatales, el mal estado de los hospitales, el severo déficit eléctrico y muchos otros, “no existen”, según Chávez, su gobierno y sus altos funcionarios. Dicen que “son sensaciones creadas por los medios”, “culpa del imperio, del capitalismo, de los gobiernos anteriores” o hasta causados por “iguanas, rabipelados”. Sólo falta que culpen a marcianos y extraterrestres.
El asunto es cuando las encuestas (esas que ellos conocen pero esconden) le dice a Chávez que en una región o sector anda muy mal su popularidad. Entonces sacrifica a su gente sin piedad, como hizo con el pésimo gobernador de Anzoátegui quien hasta hace un mes era “un maravilloso revolucionario”, pero que ahora pasó a ser el “paganini” tratando Chávez de salvarse de la ira popular. No le funcionará. Ya perdió por paliza en Anzoátegui (la MUD sacó 6 de 7 diputados) en 2010. Y el mitin fracasado de la semana pasada indica que el cambio popular para el progreso, con Capriles, ganará de nuevo allá.
El problema, para el próximo ex presidente, es que los trucos indignos funcionan un tiempo, pero de tanto engañar, terminan por agotarse. Por eso, una vez más, la agudeza de Henrique Capriles lo llevó a decir algo cierto: “Este gobierno es tan malo que hasta quien lo dirige y decide todo, se anda quejando…”. Es verdad.
