El Carabobeño
Desde hace ocho meses la planta está dañada, y el lunes 29 de enero se averió el aire acondicionado en este centro de diálisis ubicado en Santa Rosa
Dayri Blanco
Descompensada. Así estuvo Migdalia Martínez durante la diálisis que le realizaron la tarde de este martes 30 de enero. Ella, como otros 97 pacientes, recibe el tratamiento en el centro Valencia Sur del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), donde las fallas eléctricas ponen en riesgo sus vidas.
Desde hace una semana el aire acondicionado del lugar comenzó a fallar, pero el lunes se dañó por completo, lo que provoca que los pacientes pasen tres horas y media sofocados mientras reciben el tratamiento.
Migdalia es parte del segundo turno que inicia a las 11:30 a.m. hasta las 2:00 p.m. Este martes, a ella y a cuatro compañeros se les bajó la tensión y se sintieron muy débiles. Lo mismo ocurrió en el primer turno.
“Es una sala sin ventilación y con las altas temperaturas sin aire acondicionado es inhumano recibir el tratamiento de esa manera”.
Familiares de los pacientes que tienen vehículo les llevan ventiladores para que puedan tener algo de comodidad. “Pero a los demás nos toca soplarnos con cartones”, expresó Onasis Muñoz.
Los apagones de la angustia
Las fallas eléctricas en Carabobo son impredecibles y cada vez más frecuentes y extensos. Las máquinas de diálisis cuentan con baterías de emergencia de 30 minutos, pero debido a su obsolescencia, están dañadas.
A esto se suma que la planta eléctrica tiene alrededor de ocho meses dañada, por lo que cuando hay un apagón todo se apaga y las enfermeras deben hacer de forma manual el proceso de retorno de los fluidos.
Esto conlleva pérdida de sangre, que se les baje la hemoglobina y que no se hagan por completo la diálisis, por lo que se van a sus casas con toxinas en sus cuerpos y débiles.
Las condiciones generales de este centro ubicado en Santa Rosa son precarias. Hace cinco años cuando Onasis comenzó el tratamiento ahí, luego de perder el trasplante de riñón por la escasez de medicinas inmunosupresoras que había en el país, se contaba con 20 camas, hoy solo hay 17 de las que tres están dañadas, como consecuencia de las fallas eléctricas.
Los baños no tienen lavamanos, muchas veces no hay inventario de algunas medicinas, y no hay ni tensiómetro ni carro de paro que es fundamental en estas unidades.