LA AÑORADA ENELVEN: LA GENERACIÓN DE LA EFICIENCIA 1/4

La Mosca

 

A medida que el tiempo pasa nos da la impresión que todo aquello que fue realizado en el pasado carece de importancia y en la actualidad, sin embargo, sin nos detenemos a meditar en este ambiente vertiginoso en el cual vivimos. Donde el hombre participa de la incertidumbre de nuestra época por los nuevos avances científicos, tecnológicos sociales y políticos, nos daremos que todo lo que tenemos obedece a una cadena de realizaciones que pudiéramos llamar evolución. Estábamos en el camino correcto pero una mala decisión política trunco el desarrollo de la mejor empresa eléctrica de Venezuela éra la GENERACION DE LA EFICIENCIA. Así era la AÑORADA ENELVEN

Isabella Sophia Zorrilla R


PRIMERA ÉPOCA

Si nos remontamos al año 1837, Maracaibo no tenía alumbrado público como era lógico. Era entonces un conglomerado pequeño  donde está presente  el candelabro en los hogares y el farol en una que otra esquina, quienes conjuntamente con la luna se imponían y repartían la tarea de iluminar la ciudad de Maracaibo.

Existía una ordenanza Municipal por la cual se estipulaba que los vecinos estaban obligados a poner luminarias en las ventanas y puertas, desde las 6.30 de la tarde hasta las 10 de la noche so pena de multa de dos reales (1,00 Bs) hasta cuatro pesos (Bs 16,00) a los infractores. El Jefe de la Policía para aquella época, muy conocido por los habitantes de aquella época era el famoso «Coquito Verzares»  quien era el terror de los vagos y maleantes, el recorría las calles principales y con grito fuerte pronunciaba a todo pulmón “LUCES AFUERA”.  Era la época que salían los muertos    “La Burra Manca”,  “Bartolo y su Cayuco”,  y El Muerto de El Milagro”.

En 1814 se dio un gran paso la Diputación Provincial decreto la colocación de 14 faroles sostenidos en la paredes por brazos decorativos de hierro. Dos de ellos se colocaron en los muelles y los restantes en sitios más importantes de la ciudad. El costo de estos faroles fue de  130 pesos y para alumbrarlos el presupuesto anual fue de 104 pesos y luego en 1844 se colocaron 25 faroles más, pero siempre la Ordenanza obligaba  a los vecinos a poner sus luminarias en las ventanas.

En 1851 a petición del Gobernador Francisco Conde la Diputación Provincial decreto el aumento de 30 faroles que fueron colocados el siguiente año, siendo la asignación anual de 500 pesos.

En 1855   el Gobernador Tomas Paz Castillo se quejaba de la pequeñez del presupuesto para el alumbrado y desde entonces el alumbrado público progreso o retrocedió según las circunstancias presupuestarias, hasta que al fin vino una reforma definitiva desde 1870 a 1873, así se explica el favoritismo político de la época, convirtió este ramo de servicio  público en que por poco trabajo  y del que se obtiene bastante provecho, siendo esta  la causa  principal de haber permanecido en periodo estacionario por muchos años hasta la progresista administración que presidio el Dr. Alejandro Andrade, quien fue el primero que pensó en el alumbrado eléctrico.

En efecto, la administración  seccional en 1888 con motivos de las festividades del Centenario del Nacimiento del General Rafael Urdaneta hicieron las primeras gestiones con el Señor Jaime Felipe Carrillo, quien era un comerciante que viajaba continuamente a New York, y conocía y era amigo al Mago de Menlo Park, un inventor con espíritu comercial: «lo que no se venda, no quiero inventarlo» Thomas Alva Edison  Nacido en un pueblo de Ohio en 1847,  fue uno de los más prolíficos inventores de la historia y un excepcional hombre de negocios. Parcialmente sordo desde la adolescencia, se convirtió en operador telegráfico mientras desarrollaba su pasión por la tecnología y las novedades. En 1876, creó una «fábrica de inventos» en Menlo Park, New Jersey, que más tarde le valdría el sobrenombre de «el mago de Menlo Park». Y de allí surgieron muchas de las innovaciones que moldearían el siglo XX: el primer micrófono, el fonógrafo y la primera lámpara eléctrica entre tantos otros. Pero Edison no era sólo un genio de laboratorio. Su principal interés radicaba en la aplicación comercial de sus ideas. Alguna vez dijo: «Lo que no se venda, no quiero inventarlo». Y sus inventos sí que se vendieron, y de a millones. Tras erigir su primera fortuna gracias a sus mejoras a las máquinas telegráficas, en 1878, fundó la Edison Electric Light Company, en sociedad con los magnates J.P. Morgan y Cornelius Vanderbilt. Más adelante, de esta empresa original surgiría la General Electric. En resumen, Edison forjó su riqueza sobre su genial creatividad y visión para los negocios. Pero, ¿en qué consistía su talento? Él mismo ha declarado: «el genio es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración».

A principios de 1888, decretado oficialmente el Centenario del Nacimiento de Rafael Urdaneta, para el 24 de Octubre de ese mismo año vuelve a tomar calor la iniciativa del Dr. Alejandro Andrade para llevar a feliz término la dotación a la ciudad con un alumbrado eléctrico, y es un hecho bellísimo que para conmemorarse a uno de los hombres más destacados zulianos se haya pensado en la luz eléctrica como homenaje de su grandeza y efectivamente entre el Gobierno Regional y Jaime Felipe Carrillo se proponían firma un Contrato. Este se firmó el 1 de Junio de 1888 y en virtud del cual se establecía el alumbrado eléctrico en las principales calles de la ciudad.

Jaime Felipe Carrillo y el gobernador seccional Alejandro Andrade suscribieron un contrato para la instalación del alumbrado público en Maracaibo, el cual se comenzó a discutir en el mes de mayo de 1888 y la firma se concretó definitivamente el 1 de junio de ese mismo año. Mediante este documento se acordó alumbrar con luz eléctrica la parte central de la ciudad y con lámparas de keroséne los barrios Santa Lucía,  Saladillo, San Juan de Dios y el caserío de Los Haticos.

El valor de la suscripción

También establecía el contrato que dicho alumbrado se empataría entre La Marina y Los Haticos, formando una sola línea de luces en la distancia de 3.350 metros que había entre el principio de la calle La Marina por el este, que quedaría iluminada con luz eléctrica, y la estación del tranvía en Los Haticos, a donde llegaría el nuevo alumbrado por kerosén.

Tal iluminación, tan superior y completa en todas las calles delineadas de la ciudad, tendría un costo de 7.000 bolívares mensuales, y una rebaja de 10 pesos al contar el contratista con un número de suscritores en el alumbrado privado que alcanzara para la colocación de 2.000 luces eléctricas, cobrando los siguientes precios, según el caso: en un primer caso, se cobrarían 15 céntimos de bolívar a cada suscriptor por una hora de alumbrado con lámparas incandescentes de 12 bujías, si la empresa llegase a tener una cantidad de suscriptores que permitiera la colocación de 500 a 1000 luces; en un segundo caso, se cobrarían 10 céntimos de bolívar, si el número de suscriptores alcanzara para la colocación de 1.100 a 2.000 luces; y en un tercer caso, se pagarían 7 céntimos de bolívar, si la cantidad de suscriptores era suficiente como para colocar de 2.100 a 3.000 luces en adelante, según reseña de El Fonógrafo, diario de la época, el 28 de mayo de 1888.

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