CORREO DEL CARONÍ
Ayer, en su cuenta de redes sociales, un “periodista” (¿?) de una cadena radial del gobierno escribió que “los sindicatos adecos de las empresas de Guayana están cumpliendo al pie de la letra las instrucciones del plan colapso total”. Quien lo lea en Guayana -independiente, oficialista u opositor- pensará que “ese tipo es un loco que no sabe de lo que habla” y así luce, pero en otras regiones de Venezuela muchos -que conocen poco de Guayana- podrían creer que hay alguna veracidad. De hecho, en otro mensaje, el mismo sujeto de marras escribe que “hoy trancaron las calles de Guayana los sindicatos de Carbonorca, Venalum, Bauxilum y Sidor como parte del plan”. Todos aquí sabemos que nada de eso ha ocurrido, que los principales dirigentes de varios de los sindicatos mencionados por el “periodista”, son militantes del PSUV y que tres de esos sindicatos no están en conflicto hoy, pero… ¿cuáles conclusiones sacarán los caraqueños, valencianos, andinos, etc., simpatizantes del gobierno? Imaginemos lo que dirá por la radio si eso es lo que escribe en redes.
No creo que sea “un loco”. Más luce como alguien que cumple con un guion: hacer creer que “hay un plan colapso total” del que sería responsable “la oposición” (más “el imperio”) y que le serviría al “facho-madurismo-cabellismo” para tratar de provocar artificialmente un conflicto político que le sirva a esa élite corrupta (pero que habla de socialismo para darse barniz “idealista”) para tapar la cada vez más difícil situación económica (inflación, desabastecimiento, escasez), causada por la sistemática destrucción que ellos han hecho de la producción nacional agraria e industrial, estatal o privada; la “regaladera” del petróleo y la gigantesca corrupción roja rojita. Para tapar la criminalidad impune que acogota al pueblo. Para obviar el desastre del sistema público de salud. Y para tratar de impedir la derrota electoral del 8D.
En ese mismo cuento anda Maduro desde hace semanas. Él decretó que existe un tal “plan colapso total”, lo atribuyó “a la oposición” y hasta le puso fecha: “octubre”. Es lo que se llama “una profecía autocumplida”, es decir, algo que alguien anuncia que ocurrirá, hace y empuja todo lo que pueda para que ocurra. Suena a “plan cubano”. Tiene “firma” fidelista. Sabe y huele a G-2. Hay muchos militantes y dirigentes del PSUV y en especial de sus maltratados “aliados”, que esquivan el tema. Parece que les da vergüenza prestarse para eso. Otros, en cambio, se prestan a la farsa, escriben y hablan insistentemente del ficticio “plan”. Uno lee a los chavistas críticos que denuncian el desastre del gobierno de Maduro pero parece que creen que aplastando a la oposición con un truco inescrupuloso como ese, se pueden salvar ellos y a la (supuesta pero falsa) “revolución”. Que relean cómo Stalin usó el cuento de la “dictadura del proletariado” para liquidar poco a poco (asesinados, fusilados, “suicidados” o enviados a Siberia) al 90% del liderazgo bolchevique que hizo la revolución de octubre de 1917. Sin el precario “equilibrio” que aún resiste en el parlamento, en los medios libres, en la calle o en gremios y sindicatos, ya Aporrea, por ejemplo, habría sido cerrada por el “facho-madurismo-cabellismo”. Quien tenga ojos que vea.
¿Fue para eso que Maduro ordenó desconocer el acuerdo ya logrado el sábado que ponía fin a la huelga en Sidor? ¿Buscaba irritar a los 10 mil sidoristas, a los luchadores laborales de base e incluso al sector sindical psuvista que los acompaña para que reanudaran la huelga para luego acusarlos de “ser pagados por la embajada de EE UU”? ¿Por eso es que se hace con tanto descaro el incumplimiento de los acuerdos con los ferromineros que ha desatado un lógico nuevo conflicto? ¿Tendrán en planes inventar algo que quiebre (de pronto y a última hora) los acuerdos en el aluminio? Lo de los funcionarios de la embajada de EE UU podría ser parte de los “shows” usuales para hacer alharaca (farisea) antiimperialista, pero hoy luce como parte de este guion de la “profecía autocumplida”. La verdad es que el “video con las pruebas” da pena ajena. Es una cosa muy mal hecha, torpe y hasta ridícula. La “conspiración secreta para hacer sabotajes” los hacen unos funcionarios que viajan con agenda pública y participan en foros. La “reunión conspirativa” con el “alcalde opositor” es “probada” en el video… ¡con un recorte de prensa!, es decir, de una visita abierta, pública, reseñada ampliamente por los diarios de Ciudad Bolívar. Singular forma de conspirar. Los cubanos del G2 están “perdiendo condiciones”. Hacen cosas muy chambonas.
Por supuesto que el guión no es solo cosa de Guayana. Ya la diputada monaguense Aranguren había denunciado que desde el gobierno le propusieron “renunciar pacíficamente” para no “imputarla por delitos y luego allanarle la inmunidad parlamentaria”. Y convertir a su suplente en el diputado 99 para aprobar una habilitante atropelladora que nada tendrá que ver con la corrupción, sino con el atropello y con liquidar instancias democráticas como la elección universal, directa y secreta, por todo el pueblo, de alcaldes y concejales para sustituirlos por la “democracia popular comunal” (derrotada por el pueblo en la reforma constitucional) de elección en tercer grado que bajo el disfraz de “poder popular” supone un sistema parecido al cubano donde solo el “partido único” elije. Un paso de provocación grave sería tratar de enjuiciar al gobernador y líder opositor Henrique Capriles como lo denunció ayer Henry Ramos Allup (AD)
La lucha por el cambio democrático y para el progreso implica muchas cosas: unidad y más unidad; participación activa en la organización popular y ciudadana; participación activa y solidaria en la lucha social con los trabajadores y las comunidades; luchar por el triunfo del 8D que significa mucho más que “ir a votar” ya que es participar en el “voto activo”. Reafirmar inequívocamente, una y otra vez, en las declaraciones y en los hechos, la voluntad democrática de la fuerza del cambio. Sumar y abrir puertas de encuentro con el chavismo descontento que también es atropellado. Nunca perder la perspectiva del propósito de reconciliación nacional y acuerdo civilizado donde todos cabemos.