Las fallas eléctricas se extienden a nueve horas diarias en el Zulia

Referencial

Crónica Uno

En áreas rurales los vecinos tienen que gestionar las fallas eléctricas debido a que Corpoelec no atiende los llamados. En algunas zonas los cortes son en dos tandas de cuatro horas cada una.

Maracaibo. El calvario de las fallas eléctricas en occidente parece no tener fin. Los cortes eléctricos de dos horas que se registraban esporádicamente en Maracaibo y San Francisco aumentaron en noviembre a cuatro, ocho y hasta doce horas, si no hay averías mayores.

La Costa Oriental del Lago, Guajira, Machiques, Mara, Jesús Enrique Lossada, La Cañada de Urdaneta, San Francisco y la capital zuliana son los más afectados.

El horario de lo que los ciudadanos presumen sea racionamiento no está claro. Hasta ahora Corpoelec no ha ofrecido detalles de los cortes que han comenzado a reducir horarios escolares y obligado a los comerciantes a desempolvar sus plantas eléctricas.

“Yo no había querido habilitar la planta porque dos horas sin luz no significaban mucho, uno se acomoda, de paso son 50 dólares que se tienen que invertir en gasolina, pero ahora con tantas horas no me quedó otra opción. Lo que hago es que la prendo la mitad del racionamiento para rendir la gasolina porque esto me tiene casi quebrado”, dijo Javier Pérez, comerciante del oeste de Maracaibo.

Desespero

“Tengo a todos los muchachos picados de zancudos porque tenemos seis días durmiendo en el frente de la casa. Hace una semana que no van a clases porque no los voy a mandar sin dormir bien. Quitan la luz desde las 5:00 de la tarde hasta las 2:00 de la madrugada. El calor es insoportable y pidiéndole a Dios que no llueva porque si no es peor”, dijo Maritza Silva, madre de cuatro niños.

En el caso de las zonas rurales de Maracaibo, los ciudadanos han denunciado que Corpoelec no atiende los llamados cuando hay averías. Por esta razón, tienen que recoger entre los afectados para pagar a electricistas que se atrevan a conectar las llamadas «iguanas».

“Aquí nadie nos para bola, llamamos, hacemos el reporte y pasan días antes de que nos atiendan. Ayer antes del racionamiento hubo cuatro bajones, fuertes; eso disparó la iguana y nos quedamos 15 horas sin electricidad. Para no perder tiempo recogimos de a un dólar cada familia y le pagamos al electricista del barrio para que pusiera la iguana. Aquí solucionamos nosotros mismos”, aseguró una de las afectadas de la parroquia San Isidro.

No queda un aparato bueno

Los racionamientos diarios generalmente vienen antecedidos por fluctuaciones eléctricas. Esto tiene a más de uno con las manos en la cabeza porque los electrodomésticos han comenzado a sufrir las consecuencias.

“Desde la semana pasada se han disparado las ventas de protectores eléctricos. Los precios van desde 10 hasta 35 dólares, los de mejor calidad, pero poner estos aparatos ya no es garantía porque muchas veces el voltaje es tan fuerte que los quema de un solo golpe. Ahí está el peligro porque puede que aun con protector la nevera o el aire igual se les queme la unidad”, explicó Gustavo Cárdenas, dueño de una ferretería.

Jesús González perdió esta semana dos ventiladores, la unidad de uno de sus aires acondicionados y el teléfono celular. Una fluctuación eléctrica apagó los tres aparatos el mismo día. Impotente, contó:

“A veces quisiera salir corriendo y no volver. Cómo puede ser posible que en este estado haya plata para hacer encendidos con un problema de electricidad, ferias, parques gigantescos y nosotros estemos perdiendo lo poco que tenemos. Es una burla”, sentenció el hombre mientras pagaba 90 dólares que pidió adelantado de sus utilidades para reparar el aire acondicionado.

El calor, la plaga y las moscas, que abundan en la ciudad debido a la acumulación de basura, hacen mucho más difícil para los marabinos soportar las extensas horas de racionamientos. La situación obliga a más de uno a armarse con aparatos recargables como ventiladores y cargadores de teléfonos celulares.

“Todo parece indicar que estas navidades van a ser iguales a las que hemos tenido los últimos 10 años: apagados y cenando en la oscuridad”, sentenció Marlene Urdaneta, una pensionada.

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