OPINIÓN | Des-electrificación lesa humana

EL PITAZO

 

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CRISIS ELÉCTRICA. El régimen destruye el Sistema Eléctrico Venezolano, SEV, valiéndose de esta receta: 1) Opacidad: hoy tenemos 2 mil 793 días seguidos ocultando adrede las estadísticas del SEV. 2) Hegemonía mediática. 3) Improvisación. 4) Negligente mantenimiento. 5) Desprecio por el conocimiento. 6) La corrupción y 7) Mala intención. Este accionar ha convertido la insuficiencia de electricidad en un arma de lesa humanidad contra la sociedad venezolana, que ya ha comenzado a perder las vidas de los más débiles, y su perversidad nos muestra el lado oscuro del régimen.

La opacidad y la hegemonía mediática permiten al régimen no rendirle cuentas a la nación de su pésima gestión y mientras la sociedad queda casi totalmente indefensa ante el engaño propagandístico, a menudo cínico y burlón, este nunca asume ninguna responsabilidad de sus actos. Esto genera un clima de impunidad que acelera la carrera hacia el fondo de la crisis y garantiza la espiral infinita de deterioro.

La improvisación y desprecio por el conocimiento generan una gestión negligente en el mantenimiento de la infraestructura del valor del SEV: generación, transmisión, distribución y gestión comercial de atención a los usuarios del servicio. Esto propulsa un abuso sin parangón contra lo más valioso de cualquier organización: su recurso humano, que batalla para darnos la cada vez menos confiable y más escasa electricidad, pese al engaño, amenazas, hostiles e inseguras condiciones de trabajo. Esta parte de la receta, crea una larga lista de incumplimientos.

¡La corrupción ha sido escandalosa! Ningún país ha malgastado tanta plata para terminar al borde de la oscurana. Simplemente no han robado más porque no han podido. Sin embargo, existen funcionarios, exfuncionarios, cómplices privados que se prestaron para estafar al tesoro de la nación. Resuenan la brasileña Odebrecht y Derwick, conocida como “los bolichicos”, una especie de “Odebrecht criolla”, sin que estos enfrenten el rango, tenor y fuerza de las instituciones jurídicas del país. Hay un atronador silencio con estos casos. ¿Por qué será?

La mala intención no solo es negligente sino criminal y se evidencia en el mal manejo del recurso hidroeléctrico. Cuando la hidrología no es favorable, se sobreexplotan los embalses y, cuando la misma es favorable, no se produce más energía y se prefiere botarla al desperdicio, en ocasiones convirtiendo su uso en un arma letal contra los más desposeídos.

Las consecuencias de este accionar han inducido la desaceleración de la industria y el comercio, hiriendo de gravedad el “Hecho en Venezuela”. También se ha propulsado el mayor éxodo de compatriotas de nuestra historia y lo más duro es que el SEV, estando en cuidados intensivos, es un gran impedimento para relanzar el país, para que nuestros familiares vuelvan y para la gobernabilidad de quienes logren alcanzar el poder.

A través de mis columnas he reiterado, y lo repito sin reservas: hay que salir del régimen sin dilación; simplemente al país no le queda tiempo. No existe ningún precio del barril de petróleo que daría abasto bajo la gestión corrupta y viciada del mismo. Pero no puede ser un cambio “light” a lo actual, tiene que ser para mejor. Eso es solo posible gravitando hacia una transición que acabe con todos los vicios que nos han traído hasta aquí, mientras se depura y re-institucionaliza el estado. Esto impone nuevos paradigmas tanto para la administración pública como para el sector privado.

El país ha reducido su demanda y consumo en más de 35 %; medio sobrevivimos con niveles similares al año 2004 y aún así estamos en una situación deficitaria, porque en lo que más plata se malgastó —la generación térmica— es lo que peor está dentro de la cadena de valor de la electricidad, alimentando la insuficiencia que estrangula la demanda, el consumo y la calidad de vida.

Vamos hacia el fondo con un país apagándose. Están en juego el destino, la vida de las próximas generaciones y la sostenibilidad de un nuevo gobierno. La urgencia ha sido siempre rescatar al SEV de las garras de la tiranía; es imperativo. Este es un desafío que requiere de claridad ética, conocimiento y austera administración de escasos recursos para recuperar de las cenizas, a la mayor brevedad, lo que otrora fue uno de los mejores sistemas interconectados de América Latina.

No hay margen para el tanteo y menos para la politiquería con sus fichas pseudoexpertas. Ese es el gran reto para hacer de Venezuela la estrella; de no entender esto, no hará falta que el último apague la luz.

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