OPINIÓN | La calamidad eléctrica de Maracaibo

Referencial
EL PITAZO

 

Durante los últimos seis meses, la ciudad de Maracaibo ha venido sufriendo los más inhumanos racionamientos eléctricos de su historia, casi a cualquier hora y, aunque es paradójico, estos se acentúan en las horas de menor demanda eléctrica: en la noche y madrugada.

Las autoridades eléctricas nacionales y estatales han hablado hasta la saciedad de “fenómenos y sabotaje”, amparándose en la antiética y el abuso desde la palestra del poder, pero como demostraremos técnicamente, no son esas las causas.

El único fenómeno es la pésima gestión de Corpoelec.

Si de sabotaje quieren hablar, entonces lo que pasa en el sistema eléctrico es auto-sabotaje. Pues si hubieran mantenido disponible la generación térmica local en un nivel de 80 %, en vez del 12 % admitido, luego de cuatro meses del inicio de la calamidad, esta debacle generalizada de los últimos seis meses no hubiese ocurrido jamás.

Veamos otros factores:

Falta de dinero no ha sido; insensatos son los que hablan de falta de inversión. Se han asignado más de 8 mil millones de dólares para el sistema eléctrico regional. Ese dinero era más que suficiente para mantener en operación el parque de generación recibido y el nuevo añadido. También para hacer los reforzamientos de todo el sistema de distribución y tramos selectivos de la infraestructura de transmisión y transporte de combustibles. Sin embargo, 1.450 MW continúan inconclusos y retomarlos implicaría cerca de 700 millones de dólares más. Dinero que se tendría que sacar de nueva deuda, esto sin contar los pasivos que pudieran existir que por la opacidad de la gestión de gobierno no se conocen todavía.

La desaparición de 1.300 MW de capacidad efectiva no ocurre de la noche a la mañana. Venía ocurriendo y se ocultaba; así se sobrecargó la transmisión que trae desde Guri la energía al Zulia. Sin embargo, las fallas lo hicieron inocultable. El abuso de 120 % de sobrecarga derivó en la pérdida de más de 900 MW en las subestaciones El Tablazo, Cuatricentenario (sin repuestos de reserva) y en cables sub lacustres y del Puente sobre El Lago. Y la sobrecarga continúa.

La sobrecarga ataca las seis subestaciones principales del semi-anillo de transmisión y sub-transmisión que surte a través de 180 circuitos las cuarenta y ocho subestaciones de distribución a la ciudad de Maracaibo y las ha venido destrozando. El mantenimiento rutinario a los equipos no se ha hecho por mucho tiempo, lo que los hace susceptibles a fallas y, en ocasiones, acelera su destrucción. Fotos en medios y denuncias de vecinos de subestaciones muestran un abandono generalizado: abundante maleza y basura en sus perímetros, situación inaceptable para áreas energizadas por los incendios que pudieran generarse.

Las instalaciones eléctricas medulares de la ciudad de Maracaibo no pasan de sesenta y cuatro. En numerosas ocasiones se le ha dicho al país que las mismas están militarizadas. La integridad de las instalaciones es responsabilidad de Corpoelec. Si hay actos vandálicos, entonces debe haber complicidades internas, inadecuada vigilancia o ambas cosas.

La distribución de Maracaibo se controla en remoto desde la S/E de Caujarito. Por desidia se perdió sesenta y tres por ciento de esta capacidad, forzando la operación manual, de gran complejidad, para garantizar la continuidad del servicio. Antes de producirse las fallas (incendios) en las ocho subestaciones, estas no tenían operativas su capacidad de supervisión y operación en remoto, lo que agravó esta situación. Muchas fallas ocurren en la noche por la creciente falta de maniobrabilidad del sistema, falta de pericia, de personal, de transporte y la inseguridad, que tampoco ayuda.

Corpoelec ha abierto varios frentes de trabajo y luego de seis meses no ha cumplido ninguno de sus hitos en los plazos prometidos. La última revisión dice que se requieren tres meses más. Los planes cambian a menudo. El incendio en la S/E Caujarito agravó la situación y fue por mal almacenamiento de los tambores de aceite die-eléctrico.

En ningún estado de Venezuela se junta lo peor de todos los males como ocurre en el Zulia. Esto ocurre por una gestión eléctrica fallida del monopolio eléctrico del régimen y es inexcusable. Para colmo, ahora recurren a la inmoralidad de exigirle autogeneración a lo que queda de industria y comercio. La inmoralidad radica en que eliminaron la interconexión con Colombia y en donde estos usuarios laboran hay 100 por ciento de electrificación. Arreglen sus plantas y de no poder hacerlo hay que sacar al régimen del poder sin dilación, o no hará falta que el último apague la luz.

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