OPINIÓN | Ocaso y esperanza electrizantes

En un día se pueden registrar hasta ocho fallas eléctricas en el municipio Maturín. Foto: Cortesía.
El Pitazo

 

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En dos semanas llegará el Niño Jesús a nuestra Venezuela y una semana después estaremos en la víspera de un año más, pero con tan importantes fechas también recrudecerá el dolor y la melancolía de muchos compatriotas, dentro y fuera de nuestra patria, en especial los más de tres millones de nuestros hijos que están lejos de nuestro terruño. También se agudizarán las inconsolables ansias de muchas madres cuando falten cinco para las doce, porque muchos de sus hijos no podrán llegar a abrazarlas. Ese indescriptible dolor también invade al Sector Eléctrico Venezolano (SEV), que continúa dando tumbos.

Este 2018 ha sido hasta ahora el peor de nuestros 130 años de historia eléctrica y, en el horizonte, se forman negros nubarrones sobre el SEV. Atrás, pero por menos de 100 días, quedan los duros apagones en Zulia, Táchira, Trujillo, Mérida, Barinas, Apure, Carabobo, Lara, Aragua, Falcón, Guárico, Cojedes y Yaracuy, mientras la más contraída demanda histórica desciende a latidos peligrosamente débiles, pese a tener un Guri full. Este año nos dejó una enorme destrucción económica y por primera vez Colombia nos superará en demanda y consumo energético.

El pésimo pronóstico es porque el saboteo de Estado contra el SEV no ha podido ser detenido. Las unidades térmicas de generación continúan acumulando horas de servicio, produciendo cada vez menos MW colectivamente. Muchas unidades claves que aún batallan para darnos la electricidad que nos queda entrarán en fase crítica en 2019. También el próximo año llegará el inicio de un ciclo de contracción hidrológica en el Caroní, y así comenzarán a verse las costuras del poderoso Guri con nueve de sus unidades de servicio o más de la mitad de su potencia no disponible.

Sin electricidad Venezuela no va a ninguna parte digna de nuestra tierra. Todo esto nos pasa porque la pérdida de valores, ética y complicidades se han apoderado de los gobernantes de nuestra nación, atornillándolos en el poder.

Toda una sociedad de cómplices y crimen organizado que nos empuja hacia la barbarie, continúan socavando nuestro tesoro, matando nuestros hijos y su futuro, mientras la gran mayoría pide a gritos un cambio profundo, para que los tiros de gracia que se le propician a nuestra Patria se transformen en cosas buenas, para que ella vuelva a ser la Tierra de Gracia que su potencial nos puede dar.

Después de más de US$ 50 mil millones de dólares malgastados para la electricidad, el pulso del SEV está muy débil y es en su condición actual y con el equipo inescrupuloso que lo lidera incapaz de soportar el ansiado retorno de nuestros hijos, muchos llevando penurias en tierras distantes porque a un grupito de lesa patrias se les ocurrió traer a Venezuela la mayor corrupción jamás vista y el “Hecho en Venezuela”, no puede despegar, pues haría entrar al SEV en barrena.

El colmo es que a pesar de esa ingente suma de dinero, quedaron inconclusos más de 6.700 MW que permitían la modernización del SEV y que hoy por hoy requerirían de deuda adicional para su conclusión, dinero que no tenemos de buenas a primeras y que en manos del actual régimen y sus cómplices que ofrecen soluciones incongruentes sería un caldo de cultivo para otra repartición y piñata que la nación no podría resistir. Lo que es peor aún es la inmundicia de impunidad que nuestra justicia permite y que sea afuera del país donde los guisos se puedan dimensionar.

Muchos deseamos mejores días para Venezuela, pero hasta que no se le ponga un fulminante parao a la corrupción, la demagogia, al recao de olla de la impunidad, difícilmente podremos rescatarla y es imperativo, para mantener una gobernabilidad robusta en una transición, que ese accionar sea reemplazado por la honradez extrema, la ética, el conocimiento, la planificación armoniosa, el mantenimiento y la meritocracia, o la era del oscurantismo nos espera, y no es solo para el SEV.

No hay muchos atajos; nos espera mucho, arduo y consistente trabajo, disciplina, estudio, ansias de superación y el retorno a los valores que la venezolanidad alguna vez nos brindó. Debemos acabar con todos los vicios que nos han traído hasta aquí, para evitar que sigamos siendo un caso de estudio obligado en qué es lo que no se debe hacer con un país. Pero si nos levantamos desde donde estamos unidos y con los valores correctos y el trabajo, estoy convencido que los mejores días del país estarían por venir.

Tengan todos Felices Fiestas y que nunca jamás la barbarie pueda desgarrar el futuro de nuestros hijos en su patria.

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