El rescate del SEN es imperativo para la regeneración económica

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CORREO DEL CARONÍ

 

José Aguilar

Guri ha rozado el colapso en dos oportunidades (2010 y 2016) en la última década: esto indica que irrefutablemente transitamos por el camino errado.

Venezuela transita por una destrucción económica sostenida sigilosamente por una crisis electro-energética mutante y continuada. Es la aplicación perfecta de un libreto de ruina para esquilmar nuestro tesoro, someter al pueblo en vez de empoderarlo y es adrede.

La destrucción económica a través del estrangulamiento eléctrico se mantiene gracias al GPS de la corrupción, opacidad única que lo que no oculta, maquilla en nuestro sector eléctrico nacional (SEN), la hegemonía mediática abusiva, la amenaza y la indolencia, cuidado si no la complicidad, de quienes deberían defender el deber ser de un aspecto tan medular de la vida nacional como lo es su seguridad energética.

Para entender la destrucción económica hay que partir la nación en dos: por un lado, Guayana y por el otro, el resto de Venezuela, pues es alrededor de este eje energético y no del petrolero que naturalmente gira el ADN eléctrico de la nación y con ello su pujanza. Veamos cómo se le aplicó la estrangulación eléctrica a Venezuela para su destrucción económica a través de la electricidad, en la última década.

En Guayana pasamos del 21% del consumo nacional al 9% y fuera de Guayana del 79% subimos al 91%. Hemos retrocedido una década.

Pero las líneas de transmisión desde Guayana al resto del país no crecieron, y esta limitación ante la sequía térmica, entiéndase la insuficiencia de los megavatios térmicos para suplir la demanda y proteger al bajo Caroní, lleva ya 120 meses seguidos, pese a los multimillonarios recursos vertidos para supuestamente blindar a Venezuela eléctricamente e independizarla del Guri y el bajo Caroní. Lo único que se blindó fueron los bolsillos de una sociedad de cómplices.

La subida del consumo fuera de Guayana ante la sequía de potencia térmica, ha hecho que Venezuela entrara en barrena y el resto del aparato productivo criollo fue cayéndose, reduciendo las exportaciones no petroleras en 90% al compararse con una década atrás.

Esto nos debe llamar a un severo golpe de timón, pues ni todos los bombillos ahorradores y expansión de generación térmica sirvieron para evitar que, en la última década en dos ocasiones, el Guri se haya visto en serias dificultades. Esto indica que irrefutablemente transitamos por el camino errado.

Todos soñamos con una mejor Venezuela. Una que trabaje para todos; si bien no podemos garantizar los mismos resultados para todos, lo que si debiera ser sagrado es la igualdad de oportunidades para todos y la institucionalidad que garantice que la propiedad, el acceso a la superación, la valoración del trabajo y el esfuerzo honesto, la libertad de expresión y una gestión ética estén garantizadas por sobre todas las cosas para ponerle un parao a los vicios que nos han traído hasta aquí.

También todos soñamos con tener de vuelta a los que se fueron a otras tierras, una tragedia propulsada por la opresión y sequía de oportunidades para un mejor porvenir en un país lleno de potencialidades. Pero tan grave es el cuadro energético que transitamos, que si ellos volvieran no tenemos suficiente energía en Venezuela, por lo que el rescate del SEN es imperativo.

Para salir de esta destrucción económica, hay que salir de su causa raíz, del Gobierno que tenemos y sus cómplices que usufructúan de nuestra miseria y penurias. Mientras más dilación, más destrucción e infinitos daños tendremos. Ese rescate por la liberación de Venezuela comienza por Guayana; con ella en buena salud, la patria volverá a salir adelante.

Venezuela es una tierra de gracia, de cada uno de nosotros depende que un grupito que nos oprime, humille, roba y engaña no termine dándole a nuestro futuro el tiro de gracia. Si queremos una mejor Venezuela, primero tenemos que querer la Venezuela que tenemos, que tanto nos necesita. No hay sustituto para la ética y los valores, al final esto tomará: tiempo, tesoro, talento y trabajo honesto.

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Las familias venezolanas continúan en la penosa agonía de no saber cuándo y a qué hora se enfrentarán a un nuevo apagón en sus casas.

José Aguilar se graduó de ingeniería en la Ohio State University con B.S., y el Programa Ejecutivo de Liderazgo en Empresa de Servicios Públicos, ESP Postgrado, de la University of Georgia. Tiene más de treinta años de experiencia en el sector de gerencia de operaciones y mantenimiento multiplantas, y 18 años de experticia en la Estimación de Riesgos Industriales.

Ha trabajado en 45 países e inspeccionado más de 155 mil MW de generación eléctrica instalada. Desde el 2009 Aguilar ha investigado y documentando la crisis eléctrica venezolana. Sus indagaciones detalladas han proporcionado insumos para el entendimiento de las causas y consecuencias en el deterioro del SEN.[/box]

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