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Los proyectos, que habrían costado al Estado aproximadamente unos 2.000 millones de dólares, acabaron por ser un desastre, pues las plantas apenas producen un 10% de lo que proyectaban en los documentos iniciales presentados al gobierno chavista
Un rastro enorme de negocios con el chavismo, transferencias multimillonarias en paraísos fiscales, compra de propiedades lujosas, apropiación e empresas, acusaciones de lavado de dinero e investigaciones judiciales marcan la carrera empresarial de Alejandro Betancourt.
El empresario venezolano de 41 años se encuentra en el ojo del huracán debido a los negocios que lo hicieron multimillonario. Pese a que en España se hizo un nombre como presidente de Hawkers, una importante marca de gafas de sol, su renombre está manchado por la presidencia de Derwick Associates, una compañía con la que se le acusa de desfalcar Venezuela.
Fiscales federales de Nueva York desarrollan una investigación para determinar si Derwick Associates ha incurrido en el lavado de dinero o el pago de sobornos a autoridades gubernamentales venezolanas para obtener concesiones de proyectos energéticos.
Mientras tanto, en Florida, Betancourt es objeto de investigación por su posible relación con un asesor financiero declaardo culpable por ayudar a lavar dinero en 2018, como parte de un esquema para legitimar 1.000 millones de dólares provenientes de autoridades venezolanas en compañías energéticas y sus asociados, entre los cuales estaría incluido un colega de Betancourt.
Otra investigación lleva el nombre de Betancourt a Andorra por el pago de sobornos a funcionarios venezolanos a través de bancos europeos, un esquema en el que surge una compañía del empresario venezolano.
De igual forma, fue salpicado en la investigación de uno de los entramados de corrupción más importantes en la historia de Venezuela, por el desfalco de unos 1.200 millones de dólares de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
Esta olla se destapó mediante la ‘Operación Money Flight’, una investigación que inició en 2014 que condujo a la recopilación de pruebas necesarias para levantar procesos judiciales contra ocho implicados. Las investigaciones seguirían con la posibilidad de demostrar la implicación de otros nueve «conspiradores», entre los cuales figuraría Betancourt.
La estafa de los proyectos energéticos
Un trabajo de investigación de Reuters sintetiza la relación entre la empresa de Betancourt, Derwick Associates, y el gobierno de Hugo Chávez, materializada a través de contratos para la instalación de 12 plantas termoeléctricas que funcionarían a base de diésel y gas.
El proyecto, que habría costado al Estado aproximadamente unos 2.000 millones de dólares, acabó por ser un desastre. Tras problemas técnicos en su instalación, obras inconclusas y fallas operativas posteriores, las plantas apenas producen un 10% de lo que proyectaban en los documentos iniciales presentados al gobierno chavista.
Betancourt aprovechó una oportunidad de negocio que se abrió gracias a los anuncios populistas de Hugo Chávez, quien aseguró en 2009 que reforzaría el sistema eléctrico nacional. Debido a que tenía una nula experiencia en el campo energético, Derwick Associates se adjudicó el proyecto, pero para ejecutarlo contrató los servicios de otra firma, la estadounidense ProEnergy Services LLC.
Según los documentos del proyecto, Derwick pagó a ProEnergy al menos 1.000 millones de dólares por el trabajo, que incluía proponer los planos, proveer las turbinas y supervisar la construcción de las plantas.
No obstante, cuando ProEnergy entregaba las propuestas para cada planta, Betancourt incrementaba el precio, sin hacer modificación alguna en las especificaciones o detalles técnicos, y lo entregaba a las autoridades venezolanas.
En uno de los contratos vistos por Reuters, ProEnergy estimó un presupuesto de 32,6 millones de dólares para servicios de enginiería, compra y construcción. Sin embargo, Derwick cobró al Estado una suma de 79 millones, más del doble del precio fijado por ProEnergy.
Mediante una investigación realizada por la Asamblea Nacional en 2016, en la que se estudiaron los proyectos de ocho de las 12 plantas energéticas de Derwick, se determinó que el precio debió haber sido de 551 millones de dólares, en lugar de los 1.510 millones que cobró la empresa al Estado.
Además, documentos revisados por Reuters también evidencian que Derwick firmó un contrato con el entonces ministro de energía, Nervis Villalobos, quien ayudaría a la compañía a asegurar contratos energéticos.
Tras amasar una fortuna gracias a los trabajos de Derwick, Betancourt se desligó del gobierno chavista y se radicó en España. En suelo europeo, se dedicó a invertir en diversas firmas y emprendimientos, entre los cuales destacó Hawkers.
Actualmente, vive en una mansión valorada en 30 millones de dólares en Londres, según la última actualización hecha por él mismo en su blog personal. http://www.alejandrobetancourt.es/