CORREO DEL CARONÍ
Si el Gobierno quisiera hoy regalar las empresas básicas tendría que pagar por ello. Es la sentencia que se desprende de la revisión de los últimos números productivos y el balance patrimonial oficial publicado en la memoria y cuenta del Ministerio de Industrias.
Son números que no son una revelación pero que, en detalle, han sido estudiados por el investigador y doctor en Formación, Empleo y Desarrollo Regional, José María Fernández, como punto de partida para analizar la realidad de una crisis sin precedentes en Guayana.
Su análisis, además, se desprende de una idea que ha ganado terreno entre un grupo amplio de investigadores como lo es el agotamiento del proyecto Guayana.
Esa idea, basada en el modelo de sustitución de importaciones que requería materia prima y energía para acometer su desarrollo industrial, no solo fue exitosa sino que permitió el crecimiento de una ciudad cuyas potencialidades eran tan amplias que significaron la alternativa no petrolera de Venezuela.
“Entre 2004 y 2007 se logró la máxima capacidad instalada de las empresas, y por supuesto, ese máximo desarrollo llegó a cubrir las necesidades, pero ya para 2004 y 2005 ese modelo era insuficiente para crear empleo suficiente y bueno para la población que existía en Guayana y, entonces, había que reinventar ese modelo”, explica Fernández, señalando que el Talón de Aquiles de la propuesta fue la paralización del desarrollo aguas abajo.
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