El Pitazo
Corpoelec mantiene racionamientos eléctricos en la mayor parte del país debido al déficit en la generación de electricidad, que se agrava debido a las limitaciones del sistema de transmisión de energía que proviene desde Guri. Esta es una de las secuelas que dejó el apagón del 7 de marzo de 2019, el primero y más crítico de los ocho que padecieron los venezolanos el pasado año. Expertos sostienen que la debilitada estructura nacional necesita 15 millardos de dólares y mucha voluntad para su recuperación total
Nataly Angulo
Aida de Quintero corre a enchufar en los tomacorrientes dos lámparas, un ventilador, una tablet y un celular cada vez que parpadean los bombillos de su apartamento, algo que ocurre –en promedio– unas tres veces al día. Dice que quedó “paranoica” desde el 7 de marzo de 2019, cuando Venezuela se apagó por completo tras el colapso de la hidroeléctrica de Guri, el corazón del sistema eléctrico venezolano que produce 80% de la energía que consume el país.
“Yo quedé traumada. Cuando se va la luz, me pongo nerviosa; cuando regresa, me vuelve el alma al cuerpo y siento que respiro”, cuenta la ama de casa de 79 años, quien debió lidiar las crisis de ansiedad que sufrió su nieto Rafael, de 18 años, que padece del síndrome de Prader Willi, que ocasiona discapacidad mental y obesidad mórbida.
Las 120 horas continúas que estuvo el estado Zulia sin electricidad desde las 4:50 pm del jueves 7 de marzo fueron para Aida, para su nieto Rafael y para la mayoría de los zulianos, una tragedia. Y es que al igual que en el resto del país, los servicios públicos colapsaron mientras duró el apagón. El bombeo de agua, el sistema del Metro y las telecomunicaciones se afectaron.
A un año del primero de los ocho apagones nacionales que se registraron en 2019, ya su nieto Rafael no llora ni grita porque el televisor no enciende o porque suda debido a las altas temperaturas de Maracaibo, que alcanzan los 38 grados centígrados. Sin embargo, Quintero toma sus previsiones: compra carne cada dos días para evitar perderlas como le ocurrió hace un año, cuando debió desechar seis kilos; mantiene en el congelador seis botellas de refrescos con agua y trata de cargar las baterías de los aparatos electrónicos mientras puede. “Es que uno no sabe cuándo nos vamos a quedar otra vez sin luz por varios días”.
“El sistema eléctrico sigue siendo vulnerable y poco confiable por el notable deterioro que tiene la infraestructura, debido al abandono y la falta de mantenimiento desde hace 20 años; (…) tiene todos los ingredientes para que esté expuesto a que ciertas fallas terminen en apagones que afecten zonas importante del país”
Ingº Miguel Lara
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Las posibilidades de que Venezuela se apague siguen latentes. Especialistas consultados por El Pitazo aseguraron que el sistema eléctrico venezolano quedó limitado tras los apagones de marzo, cuando en tres oportunidades el país se quedó a oscuras.
“El sistema eléctrico sigue siendo vulnerable y poco confiable por el notable deterioro que tiene la infraestructura, debido al abandono y la falta de mantenimiento desde hace 20 años; ello, aunado a la forma como Corpoelec opera el sistema por una gerencia fallida y por las deficiencias de entrenamiento y de capacitación de los empleados, tiene todos los ingredientes para que esté expuesto a que ciertas fallas terminen en apagones que afecten zonas importante del país”, advirtió el ingeniero Miguel Lara, quien hasta 2003 se ocupó de la Oficina de Operación y Planificación del Sistema Interconectado del país. Él fue uno de los que alertó en 2002 a la administración del fallecido presidente Hugo Chávez acerca de la necesidad de cumplir con los protocolos de mantenimiento y aumento de la generación para evitar caer en el déficit de energía que hoy mantiene a casi toda la nación con racionamientos.
En Venezuela se producen unos 11.000 megavatios necesarios para alumbrar el país, y 80% proviene de las hidroeléctricas de Guayana (8.683 MW), que resultan insuficientes para cubrir la demanda diaria que está por el orden de los 11.500 MW y aún más deficitaria para cubrir la salida de equipos del sistema de transmisión de energía o de cualquier unidad de generación por fallas o averías.
Las cifras, recogidas en reportes de Corpoelec, muestran que el país depende de lo que se produce en las centrales del Bajo Caroní, que hace un año se detuvo debido a una falla que se generó en las líneas de 765 kilovoltios –cuya energía proviene de Guri– como consecuencia de incendios que no fueron sofocados a tiempo, según contaron fuentes de la estatal a El Pitazo en marzo de 2019.
El gobierno de Nicolás Maduro dijo entonces que el apagón se debió a un hackeo en el sistema SCADA, un computador que controla todo el sistema eléctrico, pero que no está conectado a ninguna red por la cual se pudiera intervenir.
De volver a ocurrir una parada en las represas de Guri, Caruachi y Macagua, el país quedaría a oscuras porque en los últimos 12 meses no hubo avances significativos en la recuperación de la generación de energía térmica, en la que los gobiernos de Hugo Chávez y Maduro invirtieron al menos 60% de los 105.000 millones de dólares que destinaron en los últimos 20 años al sector eléctrico nacional, según la data que maneja el ingeniero José Aguilar, consultor internacional en análisis de riesgos eléctricos.
En el último año se disminuyeron cerca de 900 megavatios de generación en plantas térmicas. De acuerdo con reportes de Corpoelec de la última semana de febrero de 2020, de los 3.279 MW que se producían en enero de 2019, hoy se generan 2.353, apenas 12.3% de la capacidad instalada de 19.000 megavatios térmicos que se podrían producir en el país.
Sistema limitado
El apagón del 7 de marzo dejó daños en el sistema eléctrico venezolano. Los ingenieros Lara y Aguilar coinciden en que las mayores afectaciones las tiene la Red Troncal de Transmisión, que interconecta a todo el país y por donde se transfiere la energía que sale desde Guri.
“Hoy tenemos un sistema incapaz de poder suplir la proporción del país con normalidad. Seguimos con un sistema limitado. La Red Troncal de Transmisión está copada y después del 7 de marzo, quedó más limitada debido a la avería de equipos que impiden sacar más energía de la que se genera en Guayana”, dijo Aguilar.
Explicó que presentar un escenario preciso de las secuelas que dejaron los apagones de hace un año es complicado debido a la falta de datos oficial. Sin embargo, maneja información de que Corpoelec trabaja en la compra de 10 transformadores para los sistemas de 765/400 kilovoltios, por cuyas líneas se transfieren el 80% de la energía que consume el país y que proviene de Guri.
Hoy tenemos un sistema incapaz de poder suplir la proporción del país con normalidad. Seguimos con un sistema limitado
Ingeniero José Aguilar
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“La cultura de Corpoelec ha sido remendar. De las subestaciones Yaracuy, que alimentan a Occidente y Los Andes, y de San Gerónimo B, se llevaron dos transformadores para poder sacar más energía de Guri tras los daños de los equipos de la central en marzo. Si llegase a ocurrir un problema en esas dos subestaciones, se queda en una situación delicada porque no habrá forma de maniobrar mucho para que el servicio llegue al resto del país”, alertó el ingeniero.
Miguel Lara agregó que los daños en la Red Troncal de Transmisión fueron consecuencia de maniobras erradas que se hicieron para el restablecimiento del servicio, que tardó cinco días en recuperarse por completo tras varios intentos. “Otro de los problemas es que Corpoelec no cuenta con personas con pericia, capacitadas e instruidas para operar el sistema en estos casos. A un año, los daños ya deberían estar reparados, pero esa no es la responsabilidad con los usuarios que caracteriza a Corpoelec, sino todo lo contrario: la negligencia, la dejadez y el actuar por emergencia”.
Lara afirmó que el 7 de marzo de 2019 significó “la culminación de un proceso de destrucción de un sistema que fue muy bien construido, planificado y operado, pero que debido a prácticas y decisiones contrarias lo llevaron a una situación de extremo deterioro de la cual no sale, sino que se profundiza día a día”.
El 7 de marzo de 2019 significó la culminación de un proceso de destrucción de un sistema que fue muy bien construido, planificado y operado, pero que debido a prácticas y decisiones contrarias lo llevaron a una situación de extremo deterioro de la cual no sale, sino que se profundiza día a día
Ingeniero Miguel Lara
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Daños millonarios
Los daños conocidos que dejó el primer mega apagón de 2019 en la infraestructura eléctrica exceden los 250 a 400 millones de dólares, según estimó el ingeniero Aguilar, quien aclara que para recuperar el sistema eléctrico venezolano y devolverle a los venezolanos el servicio confiable del que presumían hasta hace 20 años requieren unos 15.000 millones de dólares.
“Para arreglar los problemas más urgentes y revitalizar el sistema para que quede bien con una capacidad de poder permitir el retorno del progreso a Venezuela, se han estimado cifras por debajo de los 15 millardos de dólares, con una duración de 39 meses de arduo y continuado trabajo”.
Tanto Lara como Aguilar coinciden en que para lograr la recuperación del sistema es necesario un cambio político en el país que pasa por un cambio de gobierno, y que esta renovación permita que el sector eléctrico sea manejado por profesionales, con planificación, seguridad, organización y compromiso; para así, evitar que se repita un apagón como el del 7 de marzo, que Aida de Quintero quiere olvidar y no volver a vivirlo: “Yo no soportaría pasar otros cinco días sin luz”.