CORREO DEL CARONÍ
La minería ilegal se expande pese a las regulaciones del Estado. Ni el Decreto 8.413 que reserva la explotación del oro a la nación, ni las demás medidas aplicadas en los últimos 15 años han dado resultados a la hora de frenar la depredación de los buscadores de oro y diamante.
El presidente del Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela (CIEV), Alejandro Lanz advierte que la situación se está tornando especialmente alarmante en la cuenca del Caroní, la que suministra el agua para el sistema de centrales hidroeléctricas responsables de casi el 70% de la generación de energía en el país.
En un informe dado a conocer, y donde primeramente se expone con detalles la importancia de la biodiversidad de la cuenca, el centro refleja su preocupación por el crecimiento de la actividad ilegal en zonas protegidas y el posible impacto en las centrales eléctricas.
“Se observa una intensa actividad minera de oro y diamante en la zona de Ikabarú y en toda la vía que la comunica desde Santa Elena de Uairén, sin que se hayan evaluado los impactos y consecuencias hidrográficas sobre la principal central hidroeléctrica del país, la represa Raúl Leoni en Guri y las otras represas aguas abajo”.
Prosigue indicando que “no se entiende cómo estando en una zona clave para la vida económica y desarrollo para el país se permite que en el pueblo Ikabarú se perfile una de las mayores actividades mineras de Venezuela, dándose atrayentes movimientos diarios de millones de bolívares que promueven un indeseable, pero enorme, proceso de poblamiento con su consecuente e irresponsable intervención en el sutil paisaje natural de la cuenca alta del río que mueve energéticamente al país”.
Lanz agrega que “lo más terrible, es que por esta región se penetra al Alto Paragua, otro afluente del Caroní… de tal manera, que si esta represa no ha colapsado en su función de producción energética ante la enorme intervención y deterioro que se está llevando en la cuenca alta del río Caroní, se debe a la enorme regulación de la escorrentía que todavía realizan los bosques del río Paragua”.
El especialista informó además que hacia el Alto Paragua está siendo invadida la zona del río Karum, y la migración proviene de Ikabarú. Lanz sostiene que la “sutileza ecológica de esta zona no tiene ninguna oportunidad ante esta actividad tan degradante como lo es la minería, que muchas veces es facilitada también por los incendios de vegetación”.
