EL CARABOBEÑO
Francisco Angola recuerda muy bien lo que hacía el miércoles a las 9:15 p.m. Estaba sin camisa en el patio de su casa en El Trigal, aprovechando que salía algo de agua de las tuberías para llenar algunos envases, cuando de pronto todo se iluminó, se escuchó un gran estruendo, se interrumpió el servicio eléctrico y se sintió la tierra temblar. Todos en la urbanización se alarmaron y no entendían lo que pasaba.
El epicentro de toda esa situación a estaba a metros de la vivienda de Angola: En la subestación Las Clavellinas de Corpoelec. Esa misma a la que le había tomado fotos desde la autopista durante la mañana para demostrar las condiciones de desidia en las que se encuentra, “llena de monte y con las estructuras oxidadas”.
El nerviosismo de todos se agudizó al ver las llamas en la instalación de la estatal. “El cielo se puso violeta”, relató quien en 37 años viviendo en la zona nunca había vivido algo similar. Su vecino, Anderson Rodríguez, vio cómo de esa tonalidad, la intensidad de la explosión fue tanta que “parecía mediodía por la incandescencia ocasionada”.
Para él se trató de un zumbido impresionante. “La onda electromagnética fue muy fuerte”. al momento del incidente estaba hablando por teléfono y las conexiones de celulares también se vieron interrumpidas.
Desde hace más de 15 años no ven entrar cuadrillas de mantenimiento preventivo a la subestación. “Solo vienen cuando hay una falla para medio repararla”, dijo al señalar la instalación eléctrica la mañana de este jueves, cuando personal de Corpoelec realizaba labores de desmalezamiento,
La imagen que la mañana del miércoles Angola logró capturar desde su vehículo, con su teléfono, se la enseñó al gobernador Rafael Lacava, quien llegó al lugar tras la explosión que dejó sin electricidad a parte de los municipios Valencia, Naguanagua, San Diego, Guacara, San Joaquín, Los Guayos y Carlos Arvelo.
Esa fotografía y la presencia permanente de personal de la Guardia Nacional, Milicia y seguridad privada, le hacen asegurar que un sabotaje en la subestación no es posible. “Para poder entrar se necesita de una autorización y yo se lo dije al gobernador en su cara. Además, nosotros no vimos ni sentimos que pasara alguien desconocido o ajeno a la urbanización”.
Los vecinos de El Trigal están convencidos que la causa de la explosión fue falta de mantenimiento y de inversión. Una crisis que les hace pensar en el “Dia D” de la segunda Guerra Mundial. “En estos momentos no hay aseo urbano, agua, luz, transporte público, no conseguimos medicinas ni alimentos en ninguna parte. Señores, yo no sé qué es lo que nos falta. Todos se olvidaron de nosotros”, expresó conmovido Oscar Bracho, quien vive a seis cuadras de la subestación Las Clavellinas y se quedó paralizado al momento de la explosión “me quedé pasmado, pensé que habían puesto una bomba”.