EL UNIVERSAL
Unas 820 viviendas rodean tres costados de la termoeléctrica en Vargas.
La Guaira.- Una explosión, fuego y fallecidos se apoderaron de Amuay y la mente de la opinión pública recordó Tacoa. Lógico si se analizan las coincidencias entre ambas, a pesar de ser tragedias separadas por 30 años.
Al igual que en Amuay, la mayoría de las víctimas fatales de Tacoa eran empleados y vecinos cuyas viviendas rodeaban la central termoeléctrica.
Hoy la planta «Josefa Joaquina Sánchez Bastidas», antiguamente «Ricardo Zuloaga», luce rodeada de 820 viviendas en tres de sus costados y la cara que da al mar es lugar de pescadores y lancheros. Apenas dos calles paralelas separan la planta del grupo de vivienda.
Sin embargo, más que a un eventual incendio los vecinos de Tacoa le temen a la contaminación ambiental, que según ellos, se ha incrementado en los últimos tres años.
«Estamos sometidos a diario a una contaminación devastadora. Se deben lavar los carros, porque amanecen cubiertos de un polvo grueso y oscuro. Las paredes de las casas hay que pintarlas con pintura de aceite para pegarles la manguera y que el hollín salga. Aquí los muchachos viven con tos y enfermedades respiratorias. Y si son los pescadores, los motores de las lanchas se dañan, porque siempre hay residuos negros en la costa» asegura el vecino José Méndez, quien llegó a la zona cinco años después de la tragedia de diciembre de 1982.
Esto es ratificado por otros vecinos. «Tu ves ese humo negro que sale de las chimeneas, pues eso es lo que respiramos los que vivimos aquí. Claro que estamos pendientes de la seguridad y de cómo se llenan los tanques y si suena alguna alarma, pero lo que preocupa de inmediato es la salud. Cuando estaban los gringos (AES) no nos paraban, pero ahora está el Gobierno y tampoco nos paran. Cambian el techo de una casa o dan ayudas a un vecino, pero el humo negro sigue saliendo por la chimenea» dice Gertrudis López, vocera del consejo comunal, mientras señalas las torres emblemáticas de la central termoeléctrica.
«Desde que llegaron las barcazas hay más marcas negras en el mar. Ellos (Corpoelec) dicen que son residuos normales, rutinarios, que suceden en operaciones y que no hacen daño, pero a otro perro con ese hueso. Lo que pasa es que uno no se queja mucho porque amenazan con sacarlo de aquí», dice el pescador Amalio González.
Según fuentes internas de Corpoelec, hasta el año 2008 en la planta de Tacoa se utilizaba como fuentes de energía 75% de gas y 25% de combustible líquido. Hoy el porcentaje de combustible (gasoil y fuel oil) utilizado tanto en la planta como en las barcazas ubicadas frente a la bahía llega casi al 80%, lo que la hace un foco más contaminante debido a las emisiones de oxido de nitrógeno, oxido de azufre y dióxido de carbono.
Pero en un comunicado, Corpoelec asegura que las operaciones de Tacoa «son seguras y que las emisiones, se encuentran dentro de los límites permitidos por las autoridades del Ministerio del Poder Popular Para el Ambiente, según Decreto N 638 «Normas Sobre la Calidad del Aire y Control de la Contaminación Atmosférica».
De acuerdo a la fuente oficial, otras medidas implementadas son la eliminación de los tanques 8 y 9, con mayor cercanía a las viviendas, que hoy son usados como depósitos de agua mineralizada, mientras que a los tanques de combustible existentes, «se les colocó un anillo de seguridad para la extinción de incendios, compuesto por espuma y agua».
Otro aspecto que cuidan es el referido a la temperatura que se genera en los tanques de almacenamiento, «la cual permanece por debajo de los 45 C».
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