Crónica Uno
Los cortes eléctricos han llevado a comerciantes a invertir grandes sumas de dinero para paliar la crisis. Sin embargo, el problema de fondo no puede ser resuelto por ellos, le corresponde al Estado.
Armando Díaz
Valencia. Aunque los daños a los electrodomésticos son comunes debido a los cortes eléctricos que a diario sufren los carabobeños, comerciantes de la entidad también enfrentan graves consecuencias, ya que los apagones afectan la economía regional.
Crónica.Uno hizo un recorrido por el casco histórico de Valencia. En el momento del recorrido, los negocios ubicados entre la calle Girardot y la avenida Díaz Moreno estaban sin luz. Ferreterías, tiendas de colchones, ropa y un negocio de venta de especias operaban a oscuras. Algunos empleados estaban fuera de los locales, tratando de atraer compradores.
Uno de estos negocios, aparentemente preparado para cortes eléctricos, no pudo prever que la falla del servicio duraría más de cinco horas.
“Se nos fue a las 10:00 a.m. y desde entonces no ha vuelto”, comentó un vendedor de rasgos árabes que prefirió no dar su nombre. A pesar de ello, mostró su punto de venta aún encendido y aprovechó para cobrarle a una cliente que compraba flores de jamaica.
«Es un milagro que todavía tenga batería. Después nos fregamos”, dijo el comerciante, resignado.
Puntos y bombillos
El local es estrecho y profundo, lo que dificulta la visibilidad hacia el fondo. Al entrar, se observan bombillos LED de emergencia ya agotados y un reflector que brilla con luz tenue. Esta situación no es aislada. Una encuesta realizada por Crónica.Uno entre octubre y noviembre reveló que:
- 65,1 % de los comerciantes tiene puntos de venta inalámbricos.
- 49,9 % usa bombillos recargables o lámparas de emergencia.
Pero usar los puntos inalámbricos no es una solución total. Comerciantes como Carla Chacón dicen que si bien la batería de los aparatos dura lo suficiente para resolver, el siguiente conflicto es que la señal para que el punto funcione se cae. «Quedamos como si no tuviéramos punto».
En el caso de los bombillos, Chacón es de las que no tiene. «Me cansé de comprar y ver que no duran suficientes horas y luego se dañan. Es una inversión innecesaria».
Sin embargo, estas soluciones no son suficientes. Ernesto Abbas, presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, indicó que solo 36 % de los comercios cuenta con medios alternativos de energía, como plantas eléctricas o inversores de carga.
Este porcentaje es bajo frente a la necesidad existente, además coincide con el obtenido por Crónica.Uno.
Privilegios de plantas
El costo de una planta eléctrica para un negocio pequeño oscila entre 550 y 1300 dólares. De los encuestados, 55,8 % solo les cubre luces y computadoras. Apenas 17,2 % de los comerciantes encuestados con generadores les cubre todo el local. Por lo general pertenecen a grandes cadenas comerciales o tiendas por departamentos.
Un generador capaz de cubrir un negocio completo puede superar los 40.000 dólares. Esto explica por qué muchos comerciantes no pueden permitirse esta inversión.
Wang Mei, dueña de una quincallería, afirma que una planta es mucho gasto, por eso admite que ya casi no la usa.
“Suena como hombre enfermo. Las ventas están muy malas y uno termina trabajando para echarle combustible. Para eso, mejor no la uso”, sostuvo.
Suma de horas
Según el estudio de Crónica.Uno, los cortes eléctricos en Valencia ocurren al menos tres veces por semana para 33,9 % de los comerciantes. 27,2 % reporta cinco o más interrupciones semanales, mientras que solo 7,3 % experimenta una sola falla semanal. Además:
- 65,6 % de los encuestados asegura que los apagones duran cuatro horas o más.
- 72 % señala que es común tener más de un corte eléctrico al día.
Estas cifras indican que, en promedio, los carabobeños pierden unas 12 horas de electricidad a la semana, equivalentes a 48 horas al mes. En algunos casos, los cortes pueden duplicarse, lo que agrava aún más la situación.
Pérdidas
La falta de electricidad obliga a los negocios a facturar manualmente, como lo exige el Seniat, utilizando talonarios permisados. Sin embargo, esto reduce significativamente la movilidad comercial.
«Los clientes evitan entrar a los locales porque no quieren enfrentarse a las fallas o los cobros manuales», explicó Abbas. Esta situación afecta especialmente en días de alta actividad, como quincenas, lo que se traduce en grandes pérdidas económicas.
Algunos comerciantes, como Amal El Basset, han sufrido pérdidas directas debido a la falta de refrigeración. Recientemente, ella perdió 300 dólares en productos. Por su parte, Luigi Tartaglia tuvo que reemplazar el motor de su nevera tras un bajón eléctrico en su negocio de la calle del hambre en Naguanagua.
Abrir, abrir y abrir
A pesar de las adversidades, la mayoría de los comerciantes prefieren mantener sus santamarías abiertas. Según la encuesta, 87 % prefiere operar a pesar de los cortes eléctricos y que 54,2 % dice no tener su tienda preparada para enfrentar los cortes. Esto refleja tanto la resiliencia como el rechazo a perder más dinero por parte de los comerciantes.
Sin embargo, esta actitud también evidencia un acostumbramiento a la crisis energética que afecta a Venezuela.
«Las ventas están malas igual, con o sin electricidad», comentó Alma Monedero, quien atiende un local en el Boulevard Constitución.
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