Informe interno de Corpoelec revela que mala praxis condujo a apagón

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La insuficiente producción de electricidad de los Andes, a pesar de la inversión hecha en varias plantas térmicas, ha hecho que Corpoelec sobreexplote el sistema eléctrico con la finalidad de abastecer a la zona. Operar el sistema al límite expone al resto de los estados a apagones, han dicho los analistas.

A pesar de la advertencia, eso fue lo que ocurrió nuevamente el pasado 9 de septiembre, indican, luego de analizar los reportes internos de Corpoelec sobre el hecho. El ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, ha dicho, en cambio, que fue un sabotaje de los partidos de oposición al gobierno.

En la noche del viernes 9 la generación de electricidad en los Andes era apenas 32% de lo requerido, se lee en el informe. No estaban en funcionamiento ni la central Don Luis Zambrano (Mérida) ni la Planta Táchira. Para empeorar las cosas, la  “indisponibilidad forzada” de una línea de la central hidroeléctrica de San Agatón obligó a aplicar racionamientos en ese estado y Trujillo. Eran las 8:10 pm, diez minutos antes del apagón en el resto de los estados.

El error de siempre

Miguel Lara, ex gerente de la oficina de administración de carga de Edelca, asegura que en los minutos siguientes, ocurrió el error. Para enfrentar la magnitud del desbalance de energía, Corpoelec procedió a “exceder los niveles seguros de transmisión de electricidad de Guri hacia la zona, desde las subestaciones Yaracuy y Morochas 230 kV”. “Lo ha hecho en reiteradas oportunidades, en apagones previos”, agrega.

La consecuencia de la maniobra fue la oscurana para siete estados, a las 8:20 pm. “A esa hora se salió de servicio una de las dos líneas Yaracuy-Acarigua a 230 kV. Luego se disparó la segunda y después las dos líneas a 230 kV Morochas-Buena Vista. Eso conllevó al colapso en cascada del servicio en los estados afectados”.

El evento implicó la pérdida de 1.412 mW, una cantidad importante de energía: alrededor de 10% de lo que se produce en el país. Afectó 15 unidades de producción eléctrica en 11 centrales. Y dejó sin luz a ciudadanos en Cojedes, Barinas, Portuguesa, Yaracuy, Trujillo, Táchira y Mérida.

Ante las fallas (humanas o ambientales), la electricidad debe ser reconducida apropiadamente a través del sistema. Si no se hace así, otras líneas que llevan electricidad pueden sobrecargarse. O como dicen los ingenieros, “salen de servicio” o “se disparan”. Y la falla, en lugar de ser un problema aislado, genera cortes adicionales en el sistema.

“El informe de Corpoelec corrobora que al disparar correctamente la línea No 2 Yaracuy Acarigua, la línea No 1 sale de servicio por sobrecarga. Eso ocasiona el apagón. Por consiguiente es la mala praxis operativa de Corpoelec la que produce esta repuesta anómala”, explica Lara.

El gobierno ofreció otra hipótesis, menos técnica y similar a las ofrecidas en el pasado en casos similares: el apagón fue un acto intencionado de la oposición. “Fue un incendio producido por manos inescrupulosas con el fin de sabotear la línea, porque los incendios no se generan solos”, dijo el ministro Luis Motta Dominguez el domingo 11 de septiembre.

El incendio se habría producido a 12 kilómetros de la ciudad de Acarigua, en la base de la torre eléctrica número 115. Las llamas habrían causado que las líneas “se dispararan”. “Es un sabotaje claro y descarado contra el sistema eléctrico, parte del plan de desestabilización de la oposición”, dijo.

Lara desestimó la explicación oficial, argumentando que fue la sobrecarga la que originó el incendio y no a la inversa. “Es posible que se haya desprendido una fase de la línea fallada producto de la sobrecarga y de ‘puntos calientes’ no corregidos”, señaló.

Los “puntos calientes” son fugas de electricidad en los cables que deben ser detectados con equipos especializados en inspecciones con helicópteros. Si no se reparan, pueden ocasionar el desprendimiento del cable afectado. Si cae al suelo, incendia la maleza que crece debajo de las torres si no se corta en labores de mantenimiento. Las aeronaves de Corpoelec se encuentran en su mayoría inoperativas y la inspección rutinaria de líneas con equipos de termografía, no se hace con rigurosidad, agregó.

Los informes a los que tuvo acceso Lara provienen del Despacho Nacional de Corpoelec, división encargada de administrar el servicio eléctrico en el país. En casos de emergencias este departamento se encarga de girar instrucciones tanto para racionar como para restituir la electricidad.

Alerta andina

El análisis del reporte de Corpoelec refleja que la zona andina está en peores condiciones que lo reportado oficialmente. “Llama la atención que según el reporte ninguna de las centrales termoeléctricas de esa región estaba en servicio antes del evento. Ni los 450 mW de la Luis Zambrano (El Vigía) ni los 250 mW de La Fria”, comenta el especialista.

Corpoelec no ha emitido reportes posteriores a los apagones de los últimos años. Varios de sus trabajadores han sido detenidos para justificar la excusa del sabotaje, recuerda Lara.

Los Andes venezolanos ha formado tradicionalmente la “cola” del sistema eléctrico nacional, por estar de último en la cadena de distribución que se origina en la central de Guri en el estado Bolívar. En los últimos 17 años, el gobierno ha desarrollado centrales hidroeléctricas pequeñas para “independizarla”. Entre ellas ha inaugurado plantas hidroeléctricas en la zona de La Vueltosa, y termoeléctricas en La Fría y El Vigía. También ha colocado plantas de generación distribuida. “Es inexplicable que nada de lo térmico instalado en la zona estaba operativo ese día”, agregó Lara.

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