CORREO DEL CARONÍ
PÚBLICO & CONFIDENCIAL/Damián Prat C.
No es casual que el “anuncio” repetido, hecho por el señor Maduro, de “crear milicias obreras” haya sido recibido con evidente frialdad incluso en esa asamblea donde sólo estaban militantes del partido de gobierno. Afuera de esa asamblea, en las plantas industriales y en las oficinas administrativas y de servicios, es no sólo frialdad, sino rechazo claramente mayoritario.
Los trabajadores saben que “militarizar” la vida laboral, sea cual sea la excusa política o “ideológica”, es que les coloquen una dura amenaza a las libertades sindicales para conculcar el derecho a la lucha por conquistas o reivindicaciones. El riesgo real es que se pretenda usar a los “milicianos” para quebrar huelgas, paros, protestas, asambleas con la excusa de “la defensa del Estado”. Para la persecución y el amedrentamiento políticos. Todos saben que para este gobierno, supuestamente revolucionario, pero en realidad muy reaccionario, las protestas de calle y los paros en Portugal, Grecia o España son “expresiones de la rebeldía ante la injusticia”, muy promocionadas en PSUV-VTV, pero si se hacen en Venezuela las mismas protestas son censuradas en el mismo canal y en todo caso calificadas de “planes desestabilizadores, golpistas, apátridas, pagados por el imperio”.
Leamos el argumento para justificar las milicias obreras. “Son para defender al Estado y la integridad de las empresas básicas”, dice un alto funcionario que luego se disfraza de “izquierda” y lanza el párrafo típico ofensivo “contra la derecha” para referirse a la oposición, esa enorme fuerza popular que ya hoy es mayoría nacional.
“Defender al Estado”. ¿Cuántas veces habrá repetido esa frase Benito Mussolini, el creador del fascismo en la Italia de los años 30 y 40 del siglo pasado? Porque el fascismo es justo “…una práctica política orientada al dominio de la sociedad desde el Estado a partir de un conjunto articulado de mitos sobe el pueblo, lo patriótico, lo nacional y la superioridad étnica con el propósito de crear un “nosotros” que debe defenderse de los “otros”, los que piensan y son diferentes, quienes representan un peligro y, por tanto, deben ser eliminados ya sea política, moral, ideológica y, cuando sea necesario, físicamente.”. (Tomado del texto de Tulio Hernández en El Nacional, quien a su vez cita al autor investigador Humberto García Larralde, en su libro El fascismo del siglo XXI).
¿Defender al Estado y a las empresas básicas de cuál enemigo? ¡Del “enemigo interno”! Misma doctrina de los militares gorilas de extrema derecha de Argentina, Uruguay y Chile de los años 70 y 80. Misma doctrina del totalitarismo castrista en Cuba para quienes todo cubano que disienta es “gusano, agente del enemigo imperialista” y por tanto objetivo militar para sus “milicias” y sus “brigadas de respuesta rápida” o para “los agentes del MinInt”. El “enemigo interno”, es decir, esa enorme porción de Venezuela -ya más de la mitad- que piensa diferente que ellos y a quien no consideran un simple adversario sino “el enemigo”. Y en las guerras el “enemigo” debe ser aniquilado y no simplemente derrotado políticamente.
Como la trabajadora tercerizada de Sidor que reclamaba atención durante el “Gobierno de calle encerrado en la asamblea con filtros” en Alcasa y a quien Maduro no sólo regañó, sino que luego le dijo que le faltaba “conciencia revolucionaria” y de quien dijo sospechar que podría ser “infiltrada del enemigo”. De nuevo la calificación: “el enemigo”. No es una trabajadora descontenta con derecho al reclamo, incluso si no tuviera razón, sino “el enemigo”. ¿Para eso son “las milicias”? Por eso es tan importante el cambio. Para salir de ese odio de división que califica como “el enemigo que sabotea, desestabiliza y es agente del imperio” a millones de venezolanos que ejercen sus derechos políticos, sindicales y de pensamiento.
TIP 1: Capriles en Bogotá. Tuvo un asombroso recibimiento popular y el reconocimiento de las instituciones, tanto el Congreso (unánime) como el gobierno. La torpe y brutal reacción de Cabello y Jaua (y el gobierno) solo sirvió para dos cosas: 1. Multiplicar el efecto nacional e internacional de la gira de Capriles. Gracias a ellos fue más noticia. Más torpeza imposible. 2. Mostrarlos a ellos como lo que son: primitivos y reaccionarios, atropelladores, antidemocráticos, incapaces de entender las normales relaciones democráticas. Latinoamérica los ve desnudos, sin máscara. Haciendo el ridículo de inventar “conspiraciones” un acto tan normal como las relaciones políticas. Gracias, señores del gobierno. Ahora en Latinoamérica nos entienden más.
TIP 2: Tavsa. La protesta de este miércoles desnudó la desilusión de Guayana con el show vacío del “Gobierno de calle”. ¿Cuántos engaños más les harán? ¿Cuándo la “robo-lución” acabará con el “negocio” antinacional de tener a Tavsa paralizada para ellos seguir comprando tubos en China?
TIP 3: Impactantes y graves las denuncias de Andrés Velásquez acerca de las irregularidades y negocios alrededor de la Gobernación de Bolívar. Se mostraron cosas sustentadas. Es necesaria una información amplia y detallada.
TIP 4: Leído en twitter: Carolina1711: “A Mario Silva le pagaban por decir mentiras y lo botan por decir la verdad” /// Elides J Rojas L @ejrl “Jaua y Diosdado muy bravos por encuentro Santos-Capriles, pero cuando ven a Fidel y a Raúl se orinan”.