Ni locos la suben

TAL CUAL

Subsidios energéticos ya no se justifican. Venezuela tiene el precio más bajo de la gasolina en el mundo y un consumo cada vez más elevado. O se reduce el subsidio, mejorando las cuentas fiscales, o estas pueden alcanzar dimensiones graves

Los subsidios energéticos reciben cada vez más atención, por lo absurdos que resultan. Aparentemente existirían tres elementos determinantes en estos subsidios. Primero, la eficiencia económica. Por lo general los subsidios tienden a fomentar la ineficiencia del producto subsidiado en mercados perfectos, pero son justificables por razones de imperfección de los mercados.

En el caso del subsidio energético tiene otras implicaciones: puede incrementar la polución y el uso de gases tóxicos de invernadero, dos de los principales soportes del calentamiento global.

Segundo, representan un caso claro de inequidad. Los subsidios energéticos están mal enfocados, básicamente orientados a beneficiar los altos niveles de ingreso de la población en vez de los bajos, ya que buena parte de este subsidio lo recibe la población de ingresos altos.

Más del 80% del subsidio recae en el 40% de la población. Para los subsidios petroleros ello está claramente documentado, por ejemplo en el trabajo de Coady, D., et al, Petroleum Product Subsidies: Costly, Inequitable, and Rising (2010).

Y tercero, hay un problema de sostenibilidad hacia el largo plazo. En muchos países existe un obvio problema de sostenibilidad fiscal: o se reduce el subsidio, mejorando las cuentas fiscales, o los problemas fiscales pueden alcanzar dimensiones graves.

Venezuela es un ejemplo clásico. Tiene el precio más bajo del mundo de la gasolina y un consumo cada vez más elevado, lo que repercute en sus exportaciones, que son casi exclusivamente petroleras.

En Venezuela las exportaciones petroleras representan el 96% o más de todas las exportaciones y actualmente (después de la tragedia de Amuay) el 13% del consumo de la gasolina es importado.

Los subsidios son la diferencia que existe entre el precio de un producto o servicio y un precio fijado como referencia. En una economía perfectamente competitiva, el costo marginal de la oferta puede ser tomado como el precio de referencia, sin embargo, debido a razones fiscales e imperfecciones de mercado, también se deben incluir los «impuestos óptimos» en el precio de referencia.

Se estima que el precio de referencia es el precio del producto en dólares, incluyendo alrededor de 0,10 dólares para incluir los costos del transporte y otros 0,10 dólares por los costos de distribución. El subsidio sería la diferencia entre el precio de referencia en dólares (incluyendo los costos del transporte y distribución) y el precio que realmente se paga.

En el 2003 el subsidio a la energía, específicamente al petróleo, fue de alrededor de 60.000 millones de dólares y para el 2008 se habría alzado 520.000 millones de dólares, alrededor del 0,7% del PIB mundial.

Los países exportadores del petróleo fueron responsables del 50% de este subsidio, aunque sólo representaron un algo menos de un cuarto del consumo. Si el «impuesto óptimo» se estimase en 0,30 dólares, este subsidio se incrementa para llegar al 1,3% del PIB mundial.

Entre el fin del 2008 hasta el 2009 el subsidio se incrementó después de la caída del precio del petróleo, hasta 140.000 millones de dólares, el doble de lo que tenían en 2003, siendo los países exportadores del petróleo responsables del 60% del mismo, con el 20% del consumo. El subsidio del 2009 al 2010 pudo alcanzar la cantidad de 970 mil millones de dólares.

El trabajo sobre subsidios energéticos, de Charap, J., et al, Energy Subsidies and Energy Consumption-A Cross Country Analysis, (2013), trata el tema en forma inteligente.

Se destaca la diferencia entre las elasticidades de corto plazo y las de largo plazo, enfatizando la importancia y los beneficios que se podrían conseguir en el largo plazo. El consumo de la energía es alto en los países desarrollados y los exportadores de petróleo, y sus precios son por lo general muy bajos en los exportadores de petróleo.

EL PRECIO DEL CRUDO
Los resultados arrojan una elasticidad de largo plazo del precio de la gasolina (tomado como el precio de la energía) entre -0,3 y ­0,5, con el signo negativo que se esperaría, y una elasticidad 0,7 y 0,8 del ingreso del país, también con el signo positivo correcto. Estas estimaciones son algo menores que la de los estudios anteriores, pero muestran la importancia que tiene enfrentar el problema de estos subsidios.

Las elasticidades de largo plazo del precio de la gasolina indican que aquellos países con el precio de la gasolina muy bajos, por ejemplo Venezuela, podrían beneficiarse en forma importante si se decide a enfrentar el subsidio. El precio de la gasolina, actualmente con un subsidio muy importante, debería alzarse progresivamente.

Quizá podría instrumentarse en etapas, con el mantenimiento de un subsidio en dinero para la población más pobre en forma temporal, como parte de un paquete de reducción de los subsidios, similar a lo hecho Mozambique, Indonesia, Irán y Jordania Venezuela, a pesar del auge de los precios de petróleo, tiene una producción petrolera en declive.

Parte de su exportación no se cobra (aproximadamente un 40% o más, que se exporta a Cuba, el Caribe; y a Irán, donde es el pago de préstamos), y esta importando gasolina y derivados.

Además, tiene serios problemas fiscales y monetarios, con deuda alta y creciente. Todo esto hay que cambiarlo, y como parte de este cambio habría que reducir el subsidio a la gasolina.

http://www.talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=87211&tipo=AVA