¿Qué es lo que debemos saber y entender de la Crisis de Electricidad? (I) Causas y responsabilidad

Factotum Ignacianos

 

Gustavo González Urdaneta

Creo que para mejor entender la crisis es bueno tener presente que el Sistema Interconectado Nacional (SIN) descansa en los desarrollos hidroeléctricos del rio Caroní, visualizados ya desde los primeros años 50 del siglo pasado.  Las líneas de transmisión a muy altos voltajes nutren desde el Caroní las regiones del Norte Costero y Centro Occidente del país.  La relación interactiva en el tiempo entre la hidro-Caroní y las termoeléctricas del norte costero se diseñó y construyó gracias a una extraordinaria escuela de planificación eléctrica basada en la optimización operativa de la complementariedad entre ambas fuentes para manejar, entre muchas cosas, la estacionalidad implícita entre los periodos de sequía y lluvia lo cual implica un manejo óptimo de los embalses de las plantas hidro.

No hay que olvidar que durante la segunda mitad del siglo XX el SIN fue piedra angular en el desarrollo de las industrias del petróleo-gas y de las empresas del hierro, del acero y del aluminio situadas en Guayana, al igual que del creciente sector industrial, el comercial y de la calidad de vida de la población. Esto deja claro la importancia de la electricidad pues sin ella no hay desarrollo.

Para ubicarnos en la dimensión de la crisis, debemos tener presente que el SIN tiene en la actualidad instalados unos 35.000 megavatios (MW) de generación y la demanda de electricidad pasó de 18.600 MW en el año 2013 a unos 12.400 MW actualmente, de los cuales solo pueden ser atendidos unos 10.400 MW. Este déficit es compensado con el racionamiento del servicio que afecta a millones de consumidores, ocasionando daños en hogares y equipos eléctricos por la variación del voltaje suministrado. Con el triple de capacidad instalada no se puede atender la demanda actual. Tenemos un problema serio de 73% de indisponibilidad de la generación instalada. Se raciona simplemente porque la generación disponible no alcanza a producir para atender a todos y por el límite de transmisión permitido por la red troncal.

Desde hace unos cuantos años, el Gobierno ha acudido al saboteo como excusa recurrente de las fallas que ocurren. Se trata de una excusa poco creíble pues las instalaciones eléctricas son custodiadas por el Gobierno, con lo cual, todo sabotaje sería resultado de la indebida custodia de las instalaciones eléctricas por parte del Gobierno. Además, es difícil justificar trece años de crisis sólo con base en la tesis de sabotaje. Eventualmente ha usado el fenómeno del Niño como causa de los racionamientos, sobre este causal volveremos más tarde.

¿Entonces, cuáles son sus causas?

En un sistema como el que teníamos hasta 1999, un sistema eléctrico entra en condiciones de falla, es decir, no ser capaz de satisfacer la demanda, cuando ocurre una o cualquier combinación posible de las siguientes circunstancias: Incremento de la demanda superior al previsto; por indisponibilidad forzada de equipos de generación y/o transmisión; o insuficiencia de aportes hidráulicos. Un sistema como el venezolano con una participación actual del 80% de la hidroelectricidad en la generación total, son las variaciones cíclicas y aleatorias de las hidraulicidades, es decir, el suministro de energía en periodos secos, el principal factor determinante de que tengamos o no electricidad en condiciones normales.

La máxima demanda registrada en el Sector Eléctrico Nacional (SEN) fue, como ya indicáramos, en el 2013 y a partir de allí sufrió una creciente caída hasta el punto de que la demanda actual es la misma que se dió en 1993 En 1999 la disponibilidad de la generación térmica estaba alrededor del 75% y la hidroelectricidad en 90% y eran muy escasos los apagones. Los índices se han invertido en dos décadas. Hoy en día es la indisponibilidad de toda la generación la que está alrededor del 73%.

En los últimos 23 años se han dado sólo tres sequias graves. Uno de los mínimos histórico registrado por el lago de Guri ocurrió el año 2003 cuando se ubicó a una altitud 243,5 metros sobre el nivel del mar. La posibilidad de que el Guri alcanzara el nivel crítico fue asomada por primera vez el 31 de enero de 2010, el embalse estaba a 13 metros de lo que llaman el nivel de colapso, pero nunca tocó la marca de los 240 metros y el nivel de agua subió hasta los 263 metros para finales del mes de julio. La fuerte sequía que afectó a Venezuela en el 2016 hizo descender el nivel del agua del embalse del Guri a 241,60 metros. Para preservar el nivel del embalse de Guri el Gobierno venezolano aplicó un plan para disminuir el consumo de energía del país en 2 mil megavatios.

Esta variabilidad del nivel del embalse es cíclica y el diseño del embalse aguanta hasta tres sequias continuas si es bien operado. En la actualidad la cota está en su valor máximo y, más bien, con frecuencia hay que abrir las compuertas de los aliviaderos para darle salida a un agua que no se puede aprovechar. Sin embargo, persisten los racionamientos diarios. El problema actual no es debido al probable fenómeno El Niño

Volviendo al tema de la falta de planificación, como primera causa prioritaria de la crisis, es preciso recordar que desde 1968 se planificó, construyó y operó el SIN, bajo los criterios de los dos Comités (Planificación y Operaciones) de OPSIS, la “Oficina de Operación del Sistema”, integrados por las 3 empresas que, para ese entonces, conformaban el SIN y eran Edelca, Cadafe y Electricidad de Caracas. En 1999 el SEN le entregó al Ministro de Electricidad, quien en ese entonces era Ministro de Energía y Minas, el Plan de Expansión 1999-2013 elaborado bajo las premisas que siempre prevalecieron en el seno del Comité de Planificación de OPSIS que, para esa fecha, también contaba con la participación de Enelven.

Ese Plan fue revisado por las nuevas autoridades y elaboraron, tal vez actualizado y/o modificado en algunos aspectos, el que se denominó Plan 2001 del SEN. Posteriormente el MEM elaboró en el 2005 lo que se conoce como el PDSEN-Plan de Desarrollo del Sector Eléctrico Nacional. La forma en que se diseñaron el Plan 2001 y los siguientes PDSEN ya no respondía exactamente a los conceptos y metodologías usados por el Comité de Planificación de OPSIS, sino que vino a ser el inicio de una planificación más bien del tipo de “Pensamiento de Deseos” (Wishfull Thinking) de las empresas del Estado y, posteriormente, lo que podría llamarse una “Lista de Compras (Shopping List) que se emite y se asignan a dedo a los allegados al gobierno.

Bajo estas premisas, es de esperar que la actual crisis eléctrica del país se debe el deterioro de la infraestructura total del SEN:

La generación se ha caracterizado por una carencia casi absoluta de mantenimiento, una alta obsolescencia del equipamiento agravados por dos factores críticos: el mal manejo del valor agua en un sistema hidrotérmico con alta participación de la hidroelectricidad y la ingente corrupción que ha habido en la compra de unidades de generación con sobreprecios elevadísimos y de ñapa, usadas.

La transmisión, puente entre la fuente y la demanda, se ha visto afectada por insuficiencia en su capacidad lo que ha ocasionado una continua violación de los límites de transmision permitidos acarreando un incremento en las fallas, a su vez crecientes por la falta de mantenimiento. Los limites se violan por la falta de generación en el sistema y una demanda insatisfecha.

La distribución, responsable del suministro de electricidad al cliente final, ha sufrido igualmente los problemas derivados de la falta de capacidad firme y de mantenimiento que aunadas a la obsolescencia de las redes se ha traducido en un servicio deficiente, con bajos voltajes y sobrecargas que ocasionan continuos racionamientos al cliente. El área de comercialización y servicios al cliente a nivel nacional, con muy escasa capacidad de atención al cliente, tiene como eje principal del negocio unos sistemas de gestión obsoletos que han contribuido al incremento de la energía no facturada y, por consiguiente, en una merma muy significativa de los ingresos del monopolio estatal por su propia negligencia.

Como ejemplo de la segunda causa prioritaria de la crisis nacional, incapacidad de ejecución de obras, basta con citar un video titulado “Cementerio de Obras Inconclusas” que circuló recientemente en las redes sociales, donde, gráficamente, muestran un arsenal de obras que hoy son cadáveres de cemento sin sepultura, Para entender como fue esto posible, señalan que 246 obras quedaron paralizadas en los últimos 23 años en Venezuela. Para la promesa de construirlas, el Estado venezolano asignó a diferentes entes gubernamentales y compañías privadas 316 mil millones de dólares según una investigación de Transparencia Venezuela. Pero de que obras estamos hablando: se trata de hospitales, líneas de Metro, escuelas, sistema de agua potable, centrales eléctricas (Tocoma), cárceles y hasta campos de fútbol. Para darles una idea, el Metro Guarenas-Guatire comenzó a levantarse en 2007 y, según los datos de Transparencia Venezuela y de la Alianza Rebelde Investiga, se gastaron 8 mil 700 millones de dólares y todavía vemos las columnas como si fueran las ruinas del Foro Romano. Para el célebre saneamiento del rio Guaire se pagaron 2 mil 500 millones de dólares también en el 2007 y, 15 años después no podemos bañarnos ni pasear por el rio como lo hacen en otros países.

Uno de los ejemplos en el sector eléctrico es el caso de la puesta en marcha de la central hidroeléctrica Manuel Piar, mejor conocida como Tocoma, que sigue como una de las deudas pendientes de la revolución bolivariana para mejorar el sistema eléctrico nacional. Tocoma debía estar lista en 2013 e inaugurada en su segunda fase para 2018. El monto pagado por Tocoma, según datos oficiales hasta septiembre de 2017, fue de Bs 9.371 millones, el triple de lo que pretende rescatar el Gobierno de Nicolás Maduro de cuentas congeladas en el exterior a través de un acuerdo firmado en México. Hasta la fecha, Tocoma no ha aportado ni un megavatio al SIN y, en las condiciones actuales del SEN, no es una obra prioritaria para terminar bajo condiciones de financiamiento restringido. La prioridad es incrementar la generación térmica instalada-no-disponible.

La tercera causa prioritaria de la crisis es la ausencia de mantenimiento durante los últimos 23 años, que es especialmente notoria en el caso de un parque térmico con una participación del 51% (18,000 MW) en la capacidad total instalada (35.000 MW) pero cuya disponibilidad actual no supera los 2,000 MW (11%). El ejemplo más patético e ilustrativo es Planta Centro, con seis unidades instaladas, cinco de 400 MW y la sexta de 600 MW, pero con sólo una maquina operando que no llega a los 150-200 MW. Adicionalmente, un 54% del parque térmico supera los 30 años y la eficiencia no pasa del 20-30%. Las tecnologías actuales permiten obtener rendimientos superiores al 55%, es decir, el doble del parque actual. Es evidente la imperiosa necesidad de reponer lo que sea factible, por ejemplo, los ciclos combinados de alta eficiencia del complejo Termozulia. El parque hidroeléctrico de Guayana, aunque está en mejores condiciones, de los 17,000 MW instalados solo están aportando 8,000 MW al sistema (47%).

La falta de una política continua de mantenimiento preventivo y correctivo y su correcta aplicación es grave en cualquier tipo de equipamiento; en el caso del sector eléctrico se agrava pues la cadena del negocio tiene tres eslabones (generación, transmisión y distribución) que incluyen, en nuestro caso, más de 50,000 elementos que requieren de una estricta y correcta aplicación de dicha política para mantener los niveles de calidad de servicio fijados al elaborar dicha política. Cualquier componente que falle en cada uno de los eslabones de dicha cadena puede causar una interrupción del servicio, bien sea local, regional y/o nacional. Hay contingencias que pueden producir fallas en cascada tipo dominó porque una arrastra a otra y así sucesivamente, como sucede, por analogía con la caída de una hilera de fichas de dominó colocadas en posición vertical. Pueden ser varias sus causas técnicas primarias y normalmente, este tipo de fallas puede provocar un apagón nacional o por regiones, si actúan los esquemas de protección previstos para separación de áreas. Que no ha sido el caso nuestro.

Desde el punto de vista operativo la cuarta causa principal de la crisis de electricidad es la Ignorancia irresponsable del valor del agua y de la operación de un sistema, como el venezolano, con una alta participación de la hidroelectricidad. El conocimiento del “valor del agua” a nivel del sistema para cada horizonte de programación (anual, mensual, semanal y horaria) tiene un gran impacto económico para el país y, por lo tanto, es un problema de primera prioridad en la operación del SIN.

La principal razón del impacto económico es que, a diferencia de las plantas térmicas, que tienen un costo operativo directo, las centrales hidráulicas tienen un valor indirecto asociado a la economía de combustible de las térmicas desplazadas hoy o en el futuro. El uso óptimo del agua se obtiene cuando se equilibran los valores inmediatos y futuros del agua. Adicionalmente, la óptima operación del embalse de Guri implica tomar en cuenta una amplia variedad de actividades, que van desde la optimización plurianual de los embalses hasta el despacho horario de las plantas, tomando en cuenta las restricciones operativas. Hoy en día el gobierno no cuenta con la experticia que requiere la operación de su sistema mixto hidrotérmico.

La quinta causa más graves de la actual crisis de electricidad es el grado de corrupción que impera en el país como lo refleja el despilfarro de la enorme cantidad de dinero asignados al sector eléctrico.  Hace ya unos años, especialistas del sector eléctrico han indicado que en las dos últimas décadas se ha asignado al sector eléctrico más de 105 mil millones de dólares. Con la emergencia eléctrica decretada en el 2010, se hicieron adjudicaciones directas a firmas sin experiencia y se adquirieron unidades usadas y con sobreprecio. A modo de comparación, es oportuno y necesario señalar que el costo total de la inversión realizada en los 40 años de democracia (1958-1998) alcanzó los 47,000 millones de US$. Se han gastado más del doble en la mitad del tiempo. Y no hay mejoras.

Como vemos, la crisis permanente del sistema eléctrico venezolano no obedece ni al sabotaje, ni a la sequía ni al “zoológico” de ratas, ratones, gatos, ardillas, rabipelados, zamuros y otros animales que aparentemente son los que producen «en algunos casos» los apagones en el territorio nacional. No hay duda de que existen esos casos de incidentes, pero no pueden ser los causantes de un promedio de 655 fallas eléctricas cada día, según datos suministrados por el Comité de Afectados por Apagones, un ente independiente que computó 20.325 interrupciones del servicio durante julio. También se ha dicho que el sistema es objeto de ataques cibernéticos, electromagnéticos, así como de explosiones causadas de forma deliberada.

No olvidemos que en el 2019 hubo seis apagones desde el 7 de marzo hasta el 22 de julio que causaron una serie de cortes de suministro eléctrico a nivel nacional. Los seis apagones afectaron, según los especialistas, entre 18 a 24 estados del país y estiman que causó más de 1.000 millones de dólares en pérdidas. En esas fechas, millones de hogares no recibieron ni una gota de agua y el país se paralizó casi por completo. Según el gobierno de Nicolás Maduro, la falla fue causada por un «sabotaje» en la principal hidroeléctrica del país, la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como el Guri. Pero expertos del sector apuntan a un incendio «en el corredor» de la principal línea de transmisión del servicio del Guri.

Según esas versiones se produjo un incendio en una de las subestaciones cercanas a Guri, como consecuencia de la falta de mantenimiento en el corte de la vegetación que hizo que se sobrecalentaran dos de las tres líneas de 765 kilovoltios, dejándolas fuera de servicio y ocasionando la sobrecarga de la tercera línea que también dejó de operar. Estas fallas habrían activado el sistema de protección de la central de Guri, paralizando sus máquinas, y también una salida de sincronización de la represa de Caruachi. Es lo que los técnicos llaman salida en cascada que se toma en cuenta en el diseño del sistema para minimizarlas.

¿Quiénes son los responsables?

En las últimas dos décadas, la degradación del servicio eléctrico es responsabilidad exclusiva de quienes han tenido en sus manos la dirección y gerencia de este sector que es indispensable para la economía de la nación y para la vida cotidiana de sus habitantes.

Lamentablemente, el régimen actual ha llevado a la destrucción operativa y financiera a las dos empresas del sector energía: PDVSA y Corpoelec. PDVSA se trasformó, en una empresa con una deuda de 72,000 millones de dólares y Corpoelec raciona diariamente entre 2000 a 2500 MW a nivel nacional. En el sector energía, los hidrocarburos y la electricidad son complementarios, uno le suple combustible al otro y éste le suministra electricidad y cada sector generó durante el presente régimen su propio circulo vicioso de crisis interna.

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