CORREO DEL CARONÍ
PÚBLICO & CONFIDENCIAL/Damián Prat C.
Ayer pasé por la avenida Sucre Figarella, a la vera de las represas Macagua I, II y III, en la ruta de San Félix a Puerto Ordaz. Era hermoso el espectáculo del inmenso torrente del agua del Caroní que se liberaba por el aliviadero totalmente abierto por el exceso de agua. Esa agua, como sabemos, ha pasado primero por los aliviaderos de Guri abiertos, por los de Caruachi y por los laterales de Tocoma en construcción, antes de llegar a las Macaguas. Es parte del maravilloso sistema hidroeléctrico del Caroní proyectado como un gran plan nacional de desarrollo y construido a lo largo de 50 años en continuidad de muchos gobiernos.
A la misma hora que yo echaba una mirada rápida al espectáculo del agua torrentosa, que se estaba “botando” sin ser usada para turbinar ni generar energía, ya que hay exceso de ella, había al menos 35 grandes apagones en toda Venezuela. Igual que todos los días. Algunos por el mal estado de las subestaciones y otras instalaciones de la ex Cadafe hoy Corpoelec, pero la mayoría siguiendo el patrón de racionar unos 700 MW diarios. El gobierno, para no usar la fea palabra “racionamiento”, lo llama “redistribución de las cargas”. Además, sigue “vivo” el duro racionamiento en las empresas de Guayana. Se calcula en al menos 1.000 a 1.500 MW los que la industria de Guayana deja de usar por celdas y hornos inactivos.
¿Por qué se sigue racionando la energía si las represas están rebosadas y tienen ya dos años totalmente full? Porque el gobierno mentía cuando atribuía la crisis eléctrica a “El Niño”. Más falso aún era lo que afirmaba el presidente saliente Chávez de que era “la sequía más grande en 100 años”. La causa de la crisis fue y sigue siendo el abandono de las inversiones, durante 10 largos años, en los sistemas de generación termoeléctrica y los sistemas de transmisión y distribución.
En varias columnas y reportajes de mediados de 2010 y 2011 lo demostré, con los propios informes de Edelca. Claro que hubo “Niño”, pero desde que existe Guri han ocurrido cuatro “niños” más intensos, donde hubo menos caudal de agua en el Caroní, y sin embargo no hubo crisis. Desde que los caudales se miden, es decir, cerca de sesenta años, han ocurrido diez sequías más severas que aquella de 2009. Nunca fue cierto lo de “la mayor sequía en 100 años”.
Más aún, allí están las declaraciones de tres altos funcionarios de este gobierno que lo demuestran: 1.- El entonces viceministro Nervis Villalobos en 2005 advirtiendo que era necesario hacer las inversiones planificadas para evitar una crisis en la próxima sequía. 2.- El entonces presidente de Edelca general Daniel Machado en 2006 advirtiendo que “de no cumplirse con las inversiones y obras previstas habrá déficit”. 3.- Y las del entonces viceministro Alvarado en Tocoma en 2011 confesando que “no se hizo nada durante diez años ni en generación termoeléctrica ni en líneas de transmisión”.
El presidente saliente Hugo Chávez ordenó “bajar la cuchilla”, como él mismo lo ha confesado dos veces, y destruir 400 celdas de Venalum, 200 de Alcasa y dañar severamente los hornos de acerías de Sidor, amén de otras empresas, para tumbarle a Guayana más de 1.500 MW y que Guayana pagara los platos rotos de su improvisación, su desinterés en invertir dentro de Venezuela y su abandono de los planes del Sistema Eléctrico. Aún lo estamos pagando con apagones, racionamiento (o “redistribución de las cargas” como eufemísticamente lo llaman) y con daños irreparables a la industria. “Es que esas empresas gastan demasiada electricidad que es del pueblo”, ha repetido también dos veces.
El sistema hidroeléctrico del Caroní es una maravilla que cubre el 70% de la demanda de electricidad de Venezuela, pero por mejor que sea, es necesario que funcionen otras fuentes de generación en el resto del país para completar y equilibrar, especialmente en años o temporadas de sequía, cuando por algunas semanas, quizás dos o tres meses, es necesario bajar un 5% o un 8% el aporte de Guri.
Este gobierno irresponsable abandonó las inversiones durante 10 años y aún hoy sigue haciendo muy poco. Casi nada. Allí está la farsa de las termoeléctricas de Sidor, que luego de dos años no han podido “ni encender un bombillito”. Igual que Termosucre. Tampoco han terminado La Vueltosa en Los Andes. Ni han reparado Planta Centro. Y ahora pretenden culpar a los trabajadores. Cuando los interesados deseen, les enseño los gráficos y documentos que demuestran todo.