CORREO DEL CARONÍ
El candidato a la Gobernación del estado Bolívar, Andrés Velásquez, siente “dolor y vergüenza” por el estado de una siderúrgica que distinguía por su productividad y su representación de la región. Sin embargo, a juicio de Velásquez “el caso más escandaloso de corrupción y aberraciones a los derechos laborales en la zona” es CVG Bauxilum.
Andrés Velásquez recuerda los tiempos en los que ser sidorista era motivo de orgullo. Revive la mística de trabajo de aquella novel acería, hija del modelo cepalino de sustitución de importaciones y de las ansias de construir una alternativa no petrolera para Venezuela.
“Trabajábamos de verdad, le echábamos pichón. No andábamos manguareando por ahí”, rememora el candidato a la Gobernación del estado Bolívar en aquellos años 70, cuando trabajaba como técnico electricista en el área de muelle, antes de emprender una carrera política que lo llevaría al frente de uno de los sindicatos más sólidos del país: el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares (Sutiss).
Pero esos tiempos ya pasaron. La vuelta de los años hizo de Sidor una empresa mixta y nacionalizada. De récords de producción y conflictos. De optimización de procesos y de mafias. De corrupción y de pugnas por el poder. “Hoy Sidor está sumida en la anarquía. Sidor es una especie de tierra de nadie”, afirmó Velásquez antes de argumentar su postura con algunos indicadores sobre el estado actual de la fábrica de acero.
Acero débil
Se refirió a las deudas de la empresa con los pasivos laborales de los trabajadores, la no discusión del contrato colectivo, incumplimiento de las normas de higiene y seguridad, desinversión y deterioro de las instalaciones, que se traducen en un déficit de producción de entre 50 y 60%.
“Hoy Sidor está importando palanquillas, cabillas y hojalata para cumplir con el mercado interno, porque no tienen cómo producir. Una planta de tubos está paralizada y la otra tiene una producción mínima y la controlan por control remoto, porque los jefes manejan todo desde Caracas”, criticó.
Todas estas consideraciones hacen que el candidato a la Gobernación del estado Bolívar y demás ex compañeros de trabajo sientan “dolor y vergüenza” por una siderúrgica que distinguía por su productividad y su representación de la región.
Sombra en el parque
Pero el caso de Sidor no es ajeno a otras empresas. De ahí que Velásquez se refiriera a la situación de CVG Bauxilum como “el caso más escandaloso” de corrupción y aberraciones a los derechos laborales en la zona.
“Bauxilum compra alúmina a 60 dólares la tonelada y la vende a 37. Es una alúmina de mala calidad traída de Guyana; investigan a Bauxilum por un sobreprecio de 1 millón 800 mil dólares en la compra de los juguetes para los hijos de los trabajadores en el año 2011. Eso lo está investigando el Sebin”, mencionó el también jefe del Comando Venezuela en el estado Bolívar.
– Establecieron dentro de la empresa algo que llaman “sala de batalla social”, que yo no sé qué tiene que ver con la producción de aluminio. Bueno, todos los que ahí trabajan cobran por turnos rotativos.
– ¿Qué hacen en esa sala de batalla? –
Nada. ¡No trabajan! Ni cumplen los turnos rotativos, ni cumplen horas de sobretiempo y cobran los turnos rotativos y las horas de sobretiempo. Eso es con anuencia del señor (José) China, presidente de esa empresa.
Denunció la instalación de una sala de intervención de teléfonos, de cámaras filmadoras en toda la planta y la persecución política a trabajadores que disienten del chavismo. Esto sin contar su rechazo al incumplimiento en el pago de la quincena y la actitud del sindicato de pedir calma al personal.
Recordó el déficit en la producción de aluminio en Venalum, tanto en calidad como en cantidad, la falta de materia prima y repuestos. Finalizó el recuento solidarizándose con los trabajadores de Carbonorca, que tampoco reciben la quincena desde hace un mes y sus puertas permanecen cerradas.
“Esto lo decimos con mucho dolor. No nos alegra, y por eso hemos planteado que en nuestra visión de futuro, de progreso, hay un plan para recuperar Guayana. (…) Quiero ver una Ferrominera productiva, una Sidor productiva, con mística, con respeto a las jerarquías, no esta situación de anarquía que vivimos”, manifestó Velásquez al finalizar su intervención.
Puntos de orden
– La principal crítica a la eliminación de las tercerizaciones es el abultamiento de las nóminas en las empresas básicas, al punto de que hay personas ocupando cargos sin trabajar. ¿Qué va a pasar con ellos en un nuevo gobierno? –
Yo creo que en Guayana hay que desplegar todo el potencial que tiene desde el punto de vista productivo, para que quienes hoy están ociosos dentro de esas empresas no lo sigan estando. Primero, hay que ocuparlos con una empresa verdaderamente productiva. Dos, de la mano con el sector privado es posible conjugar esfuerzos para que ese despliegue del potencial de Guayana aumente la productividad y el valor agregado de los productos terminados.
Si tomados de la mano sector público y sector privado, desarrollamos el aguas debajo de verdad verdad, todo el potencial productivo de Guayana, nosotros no botaremos absolutamente a nadie. Sencillamente podemos reciclar esa mano de obra, porque los trabajadores no son los culpables. Aquí el que falla es el gobierno.
– En su propuesta habla de generar 120 mil puestos de trabajo en cinco años, que no es lo mismo que hablar de empleo, ¿son 120 mil empleos o puestos de trabajo? –
Estamos hablando de empleos y de puestos de trabajo. Empleo decente, que es la categoría con la que nos manejamos y puestos de trabajo. Hablamos de puestos de trabajo porque tenemos cinco millones de desempleados en el país, y tenemos que sacarlos rápidamente de ahí. Y donde podemos generar puestos de trabajo con mayor rapidez es en la construcción, y en el caso de Guayana lo vamos a hacer con la construcción y recuperación de la infraestructura pública.
– ¿Esos puestos de trabajo pueden convertirse en empleos? –
Pueden convertirse perfectamente. Y en la medida en la que el Estado invierta en la infraestructura para darle mejor calidad de vida a la gente, por supuesto que siempre habrá trabajo decente.