DIARIO EL TIEMPO (ANZOATEGUI)
Dentro de las viviendas, el calor es insoportable. Los pedazos de cartón bien sirven para echarse fresco y las velas están encendidas.
Puerto La Cruz.- Son las 5:30 de la tarde de un día cualquiera, el sol está a punto de esconderse, y en diferentes calles del sector Chuparín Central, no hay luz. Los vecinos cierran las puertas de sus casas para evitar que los zancudos entren. Tampoco quieren que lo hagan los amigos de lo ajeno.
Dentro de las viviendas, el calor es insoportable. Los pedazos de cartón bien sirven para echarse fresco y las velas están encendidas.
Al menos de día les entra un rayito de luz y aprovechan para hacer algunos quehaceres del hogar, pues otros se les hacen cuesta arriba sin energía eléctrica.
El llanto de los niños no deja de escucharse. Se desesperan con la oscurana y el vaporón que se encierra en las casas, algunas de bloques y otras con paredes de zinc y de madera.
Las vías de Chuparín Central están solas. Algunos dicen que parecen una “boca de lobo” y aunque afuera hay más fresco que dentro de las viviendas, pocos se atreven a salir por temor a ser atacados por los delincuentes.
Oneida Marcano tiene 64 años y de esos, 42 los ha vivido en la calle Independencia del sector Chuparín, en Puerto La Cruz.
El miércoles en la tarde había electricidad. El reloj marcaba las 4:30 y según la señora, la luz había llegado cinco minutos antes.
En la sala de su casa tiene un reproductor y sobre él, una vela y una lámpara recargable, que las acababa de apagar.
“Hoy se ha ido la luz dos veces nada más. Puse a cargar la lámpara porque más tarde debe venir otro apagón”.
La jubilada de enfermería aseguró que esas interrupciones de electricidad le han generado gastos que no tenía previstos y su pensión no le alcanza para tanto.
La lámpara le costó 120 bolívares y fue porque regateó en un abasto chino, cerca del mercado municipal.
Con los apagones, se le han quemado una lavadora, una nevera, un televisor y dos aires acondicionados.
Denunció que la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) anuncia el horario de los cortes, pero los incumple. “Además ellos (Corpoelec) deberían pagarme mis aparatos”.
“Dicen que van a cortar la luz a las 3 de la tarde y en la mañana, cuando estoy lavando, la corriente se va y viene más de dos veces”. Según ella, los cortes indefinidos comenzaron desde el 2010.
Los residentes de la comunidad de Sotillo cuentan que pasan hasta seis horas sin el servicio en sus casas y cuando llaman al 0800-luzdeor00 (589336700), no dan respuestas claras. “Primero fue una iguana, será que esta vez es un burro, porque la luz se va más que antes”.
Pobres muchachitos
Heida Zabala también vive en el sector y se queja del mal servicio de electricidad. Lo dice con propiedad porque ella es directora de un preescolar y asevera que los niños no pueden recibir clases con el calorón. “Lo que hacen es llorar y quejarse”.
Ella se las ingenió, pero a diferencia de la señora Oneida, le salió más caro. Un turco pasó por el frente de su casa con un ventilador que tiene dos lámparas y funciona sin enchufarse a un tomacorriente.
“Apenas lo vi, se lo arrebaté de las manos. Costó 800 bolívares, pero cuando estoy en la escuela y se va la luz, que ocurre casi que a diario, lo enciendo y lo pongo a girar para que los muchachitos se queden más tranquilos. Los siento a todos en un salón”.
Supuestamente, un trabajador de Corpoelec se comunicó con la gente del sector y les dijo que colocarían un transformador adicional para que los apagones fueran menos constantes.
Gloria Pla es otra que no aguanta los apagones. “No concibo cómo es que la luz se va tantas veces al día si tenemos las torres eléctricas allí cerquita”.
También se queja de otros servicios. “Aquí también se nos va el agua a cada rato, pero por lo menos esa la podemos almacenar en un tobo, la luz no la podemos guardar en ningún lado”, señaló.
Gloria comentó que la única manera de que tenga electricidad en su casa va a ser que haga una rifa con otros vecinos para ver si recoge plata y se compran una planta eléctrica.
Este no es el único sector que se ve afectado, pero quienes viven allí señalan que ellos son “los más afectados”.
“Yo no he visto ni he escuchado de otra comunidad que se queje más por la falta de luz que nosotros, los de Chuparín”.
Vecindad
La mayoría de los que habitan en las calles Rivas, Unidad, Bomboná, Los Tubos, Larrazábal y otras, ya tienen más de 40 años residenciados en Chuparín Central. Se conocen desde hace varios años y, aunque a veces tienen sus diferencias, han aprendido a ser buenos vecinos y mantienen una buena convivencia.